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Convenio sobre Biodiversidad: arma de doble filo

by GRAIN | 19 Jun 1998

BIODIVERSIDAD
SUSTENTO Y CULTURAS

Convenio sobre Diversidad Biológica: arma de doble filo
por GRAIN

Junio de 1998

 

 

Tal vez esperamos demasiado del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Esto se hizo patente de varias maneras durante la Cuarta Conferencia de las Partes firmantes del convenio (COP4) celebrada del 4 al 15 de mayo pasado en Bratislava, ya que la mayor parte de las cuestiones que plantearon pueblos indígenas, comunidades locales, organizaciones no gubernamentales (ONGs) e incluso algunos gobiernos de países del Tercer Mundo, quedaron diluidas en el texto de resoluciones ambiguas. Si bien a muchos les gustaría que el Convenio se desenvolviera principalmente en la esfera de los asuntos puramente ambientales -lo que les resultaría muy cómodo- la dura realidad contra la que ese deseo choca es que el tema del manejo de la diversidad biológica es intrínsecamente político.

La mayor parte de los recursos biológicos o genéticos de importancia capital para los humanos son el fruto de algún tipo de manejo inteligente al que los sometieron quienes los cuidaron en el lugar de origen. Las medidas que deben tomarse para conservar y utilizar esos recursos y distribuir los beneficios que se obtienen de ellos y del conocimiento asociado lleva a plantear las cuestiones del control y la justicia y esto es sencillamente político. Más abajo echamos un vistazo a algunas de las discusiones relacionadas con la biodiversidad de los medios de subsistencia que tuvieron lugar durante la COP 4.

Una de las cosas más preocupantes es que el Convenio termina diluyendo su capacidad de poner en práctica sus objetivos de conservación y utilización sostenible debido a la gran presión que ejerce la liberalización de los mercados mundiales sobre la comercialización de los recursos biológicos. Muchos delegados expresaron que los derechos de propiedad intelectual y el régimen acordado en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para los mismos (TRIPs) impiden lograr los objetivos del Convenio y solicitaron que éste tenga primacía sobre la OMC en los temas relacionados con la diversidad biológica. Pero la resolución final es, como mínimo, débil en lo que respecta a pedir que las decisiones de la OMC no atenten contra la diversidad biológica y los objetivos del Convenio, principalmente debido a las posiciones de la Unión Europea y de otros países del Norte. Hay un llamado a velar por la coherencia cuando se trate de poner en práctica el Convenio y los acuerdos de la OMC y los TRIPs, especialmente en relación con los derechos de propiedad intelectual, y una petición de que la OMC desempeñe una función de vigilancia de posibles conflictos. Esto es como pedirle al zorro que cuide de las gallinas. No trasmite tampoco un mensaje enérgico al Consejo de los TRIPs referente a la próxima revisión del artículo 27(3) (b) sobre las patentes sobre vegetales.

En la discusión acerca de la puesta en práctica de un programa de trabajo sobre la biodiversidad agrícola se hizo resaltar que aumentó la colaboración con la FAO y la COP instó a que la revisión del Compromiso Internacional de Recursos Genéticos para la Agricultura y la Alimentación finalice para fines de 1999 y que la versión revisada de dicho Compromiso se presente a consideración como un protocolo del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Se destacó la importancia del conocimiento tradicional, así como la necesidad de determinar las amenazas que la biopiratería hace pesar sobre la biodiversidad agrícola. Pese a las presiones en contra de ésto y a que se suprimió la palabra "terminator", la decisión final menciona las consecuencias negativas en potencia de la tecnología genética recientemente patentada (patente de EEUU 5723765) que impide la germinación de semillas guardadas por los agricultores y se insta a tener un enfoque basado en el principio de precaución en lo que respecta a su utilización.

Se habían depositado muchas esperanzas en el establecimiento de un proceso dentro del Convenio sobre la Diversidad Biológica para la aplicación del artículo 8(j) sobre los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales que entrañan estilos tradicionales de vida, que recogería el informe del grupo de trabajo que se reunió en Madrid en noviembre pasado. Algunos delegados y representantes de pueblos indígenas pusieron sobre el tapete los conflictos que se plantean entre los derechos de las comunidades locales y los derechos de propiedad intelectual y en la resolución final se afirma que "el conocimiento tradicional debería merecer el mismo respeto que cualquier otra forma de conocimiento". En el debate acerca del mecanismo para seguir la aplicación del artículo 8(j) se enfrentaron directamente los delegados de Brasil y los representantes de los pueblos indígenas y las comunidades locales, ya que los primeros impugnaron reiteradamente la participación de los segundos en las deliberaciones. Al final se aprobó la creación de un grupo de trabajo ad hoc abierto, que funcione entre conferencia y conferencia, con un mandato, entre otras cosas, para asesorar en la elaboración de un marco jurídico sobre los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales a la diversidad biológica. Sin embargo, no podemos menos que advertir el importante papel que en la decisión aprobada se da a la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y preguntarnos si ésta no terminará aplicando el artículo 8(j) como unos moderados derechos de propiedad intelectual sobre el conocimiento tradicional. Esto eliminaría toda posibilidad de hacer valer mediante el Convenio sobre la Diversidad Biológica derechos colectivos o de la comunidad que, por definición, se oponen a la naturaleza privada y monopolizadora de las patentes y otros derechos de propiedad intelectual.

La distribución de beneficios sigue siendo la cuestión en la que más insisten los intereses comerciales empeñados en mantener el acceso fácil y barato a los recursos genéticos. Por primera vez la biotecnología figuró abiertamente en el orden del día y se convocará a un grupo de expertos para que proponga planes de acceso a los recursos genéticos y de distribución de beneficios "que incluyan toda la gama de biotecnologías". Lógicamente, existió la preocupación de que si se aceptaba a priori que la tecnología genética puede ayudar a cumplir los objetivos del Convenio, se podía perjudicar la labor que realiza el grupo de trabajo sobre bioseguridad. Este grupo se volverá a reunir del 17 al 28 de agosto en Montreal y a principios de 1999 para finalizar su labor y seguidamente lo hará una COP extraordinaria para aprobar el protocolo. Entre las cuestiones pendientes importantes figuran el campo de aplicación, las medidas preventivas, el comercio con los países que no son partes del Convenio, las consideraciones socioeconómicas y la responsabilidad e indemnizaciones.

Otro asunto que se discutió acaloradamente fue el de situar bajo jurisdicción del Convenio las colecciones ex situ efectuadas antes de firmarse el mismo. Los delegados de los países del Norte trataron de desviar la cuestión a los procedimientos que se realizan de conformidad con la FAO o suprimir por completo las referencias a esas colecciones ex situ. Al final, en el informe se hizo una leve mención que significa que la cuestión se tratará en el futuro.

La celebración de la COP5 se fijó para el segundo trimestre del año 2000 en Nairobi. Mientras tanto, muchas cosas estarán sucediendo como consecuencia del Convenio y los ámbitos conexos: la finalización del protocolo sobre bioseguridad, la aplicación del artículo 8(j), la labor conforme al mecanismo de selección y financiación de proyectos, al SBSTTA (grupos de trabajo sobre aspectos técnicos) y a los distintos métodos ecosistémicos, la renegociación del Compromiso Internacional, la revisión del artículo 27(3)(b) del acuerdo sobre los TRIPs y los hechos que se originen en la labor de las comisiones de agricultura y medio ambiente de la OMC. En el ámbito de la UNCTAD (Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) la Iniciativa sobre Biocomercio sigue avanzando y ahora la OMPI se ocuparía de la manera de hacer valer los derechos tradicionales, tema más que vidrioso en una iniciativa pensada para favorecer la venta de los recursos genéticos.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica está en una encrucijada, bajo enormes presiones: o tomar el camino «fácil» de establecer el marco dentro del cual comerciar en biodiversidad y unirse al paradigma del libre comercio según el cual todas las cosas y personas deben pagar peaje, o ser realmente un organismo de vigilancia para la conservación y la utilización sustentable de la diversidad biológica basándose en un enfoque integrado que incluya consideraciones tan esenciales como la justicia.

 

Author: GRAIN