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Biopiratería: patente de saqueo

by GRAIN | 22 Jun 1998

BIODIVERSIDAD
SUSTENTO Y CULTURAS

Biopiratería: patente de saqueo
por GRAIN

Junio de 1998

 

 

Algunos datos sobre cómo los derechos de propiedad intelectual erosionan los sistemas de conocimiento tradicionales y amenzan la biodiversidad.

 

Supongamos que su familia haya usado determinada planta durante siglos para tratar una enfermedad, luchar contra las plagas, en ceremonias religiosas o simplemente por su delicioso sabor. Se la valora mucho y en su comunidad y quizás en toda la región, todos la conocen y la cultivan en sus huertos. Usted siempre ha compartido sus conocimientos sobre esta planta con otros miembros de su comunidad, y quizá ha comunicado a personas ajenas a su comunidad las propiedades especiales de la planta o preferir no hacerlo por diversas razones. Un día usted se entera de que alguien se ha apoderado de su planta o tal vez de la sustancia química que le da valor, mediante la obtención de una patente. Usted puede haber ignorado por completo el interés que ese alguien tenía en su planta, puede haberlo tomado simplemente como un visitante fortuito o ese alguien puede incluso no haber visto nunca la planta. Sin embargo, como éste tiene la patente, en el futuro usted no podrá comercializar la planta ni sus productos en ningún país que acepte la patente. Poco importa que usted considere sagrada la planta o que no crea que el conocimiento tenga que estar a disposición de la humanidad de manera gratuita: esas decisiones están ahora en manos del titular de la patente.

Quizá se entere de que algún integrante de su comunidad está recibiendo del tenedor de la patente una pequeña suma de dinero por compartir su conocimiento acerca de los usos de la planta.

Quizá su comunidad se haga acreedora a algún equipo para el hospital del pueblo o quizá los beneficios de ese tipo vayan a parar a un pueblo vecino o al gobierno. Si su planta no crece fácilmente en otra parte, usted probablemente la vea abundar cada vez más por todos lados pero la comprará cada vez menos porque su precio habrá subido demasiado y no podrá comprarla si la sustancia de interés es fácil de producir en un laboratorio, nadie más volverá a ocuparse de su planta ni de su comunidad. Si usted está empezando a preguntarse qué diablos está pasando, la respuesta es que lo han biopirateado. Usted ha sido objeto de un acto de biopiratería Y considérese afortunado. Esta vez se trató solamente de una planta, pero podría haberse tratado de sus propias células.

Recoger una planta de un huerto familiar de Ecuador fue suficiente para que la International Plant Medicine Corporation, con sede en Estados Unidos, obtuviera una patente estadounidense de variedad vegetal de una planta sagrada de la Amazonia: la ayahuasca (PPO5751).

Estas situaciones son reales para muchos pueblos indígenas y comunidades rurales que han sido objeto de actos de biopiratería. En 1995, pueblos de la India descubrieron que existían 29 patentes extranjeras sobre los agentes que dan al nim (un árbol de su tierra) sus propiedades insecticidas.1 Las comunidades locales utilizan el nim desde hace milenios en la agricultura, la salud pública y la medicina, en artículos de tocador, cosméticos y protección para enfermedades del ganado.2 Ahora, la demanda internacional ha hecho aumentar el precio de una tonelada de semillas de nim de 300 a 8000 rupias en veinte años y, como consecuencia, se han vuelto demasiado caras para la población misma que descubrió la manera de utilizarlas. En la Amazonía, un ciudadano estadounidense agravió a los pueblos indígenas recogiendo una planta de ayahuasca de un huerto y patentándola luego según la ley estadounidense, lo que la convirtió en un bien importante para la International Plant Medicine Corporation, con sede en Estados Unidos. Muchas culturas de la Amazonia consideran sagrada la ayahuasca y la emplean como medio curativo y en rituales de adivinación.

Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos solicitaron patentes mundiales de líneas celulares de por lo menos tres pueblos indígenas: de una mujer guaymí, de un hombre hagahai y de los habitantes de las islas Salomón. Solo después de una fuerte presión de la opinión pública retiraron las solicitudes (WO 92/08784, WO 93/03759 y WO 92/1535-A).

En Camerún, la población local se ha enterado de que un visitante fortuito de la Universidad de Wisconsin ha patentado en Estados Unidos y Europa (EPO 684995) el "brazzein", la proteína que hace tan dulce la planta "j'oublie".3 La Universidad afirma que este investigador es el único "inventor" del edulcorante, que tiene posibilidades de ser muy lucrativo. La Universidad ha pasado a manipular bacterias genéticamente para producir el brazzein, lo que significa que los campesinos de Camerún quedarán definitivamente excluidos de cualquier utilización comercial del edulcorante que cultivaron durante siglos.4 La biopiratería no ha perdonado a los europeos. Varios institutos públicos de investigación agrícola australianos han hecho valer los derechos de los mejoradores de plantas (una forma de derechos de propiedad intelectual más laxa que las patentes, destinada especialmente a las variedades vegetales) en seis variedades autóctonas de pasturas de Cerdeña, Italia5.

Pero quizá el golpe más grande lo recibió el pueblo guaymí de Panamá, cuando se enteró de que una línea celular de una mujer de 26 años integrante de dicha comunidad, fue objeto de una solicitud de patente en Estados Unidos y el mundo por parte de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos. En este caso, era el material genético lo que "servía": la leucemia que padecía la mujer era provocada por el virus linfotrópico humano T tipo II del cual era portadora.6 El presidente del Congreso General Guaymi expresó su indignación en estos términos: "Nunca imaginé que las personas fueran a patentar plantas y animales. Es algo inmoral en esencia, contrario a la concepción guaymí de la naturaleza y nuestro lugar en ella. Patentar material humano, tomar ADN humano y patentar sus productos. Eso viola la integridad de la vida misma y nuestro sentido más profundo de la moralidad".7 El pueblo Hagahai de Nueva Guinea y los habitantes de las islas Salomón iban a compartir la suerte de los guaymís con el VLHT-II. El NIH había solicitado patentes de líneas celulares que contienen otro tipo de virus linfotrópico humano T: el VLHT-18. Debido a las protestas internacionales, el NIH ha retirado todas las solicitudes de patente de las líneas celulares de los guaymís y los habitantes de las islas Salomón y aparentemente se propone renunciar a la patente de las líneas celulares de los Hagahai ya concedida. Pero ¿quién sabe qué otras solicitudes de patente tienen todavía guardadas en la manga?

Los pueblos indígenas han estado en la mira en lo que se refiere a patentes porque el aislamiento histórico en el que viven ha significado que presenten elevadas frecuencias de ciertos genes, lo que facilita aislarlos.

Myriad Genetics, mediante su patente EP 705 902, se ha apoderado de los frutos del trabajo realizado por muchos equipos de instituciones sin fines de lucro y científicas, así como de mujeres voluntarias, para determinar y aislar genes sospechosos de causar cáncer de mama.

Sin embargo, no son los únicos terrenos de caza para los buscadores de genes. El ciudadano estadounidense John Moore quedó muy sorrendido al enterarse de que el doctor que lo había operado había patentado células de su hígado enfermo sin decirle nada. Cuando Moore insistió en que el era el dueño de su cuerpo, el Tribunal Supremo de California decidió que no tenía derecho a sus propias células una vez que éstas había sido sacadas de su cuerpo. En otros casos, ciertas personas han obtenido el monopolio por investigaciones colectivas. Esto es lo que sucedió cuando uno de los equipos que investigan un gen que causa cáncer de mama obtuvo una patente que le otorga el dominio de todos los usos imaginables del gen. Las mujeres que contribuyen a la investigación no fueron informadas acerca de que la misma llevaría a la privatización de sus genes. La biopiratería de genes humanos y partes del cuerpo humano nos convierte a todos en fuentes potenciales de genes, de modo que para nuestros médicos pasamos a ser objetos antes que sujetos. A fines de 1997, la Oficina de Patentes Europea había recibido por lo menos 102 solicitudes de patentes de genes, proteínas y líneas celulares humanas y sus productos, mientras que en el mundo hay por lo menos 394 solicitudes de ese tipo.9 En esa cifra no están incluidas siquiera las patentes de secuencias de genes de uso desconocido.

La Universidad de Wisconsin prevé que ganará centenares de millones de dólares de la patente del brazzein, un edulcorante aislado de la planta "j'oublie", apreciada en Camerún por su gran dulzura. Los camerunenses no deben esperar nada, puesto que la Universidad no reconoce su contribución y pretende aislar el brazzein en el laboratorio (EP 684 995).

La biopiratería: crear propiedad y robar conocimiento

Nuevas investigaciones en ecología, confirman lo que los pueblos indígenas del mundo han sabido siempre: la actividad humana a lo largo de la historia ha sido un motor para el desarrollo de la diversidad biológica que hemos heredado. Los pueblos indígenas y las comunidades rurales han podido satisfacer sus necesidades en materia de alimentación, salud y agricultura gracias a su conocimiento holístico del medio natural.10 Han reconocido que cada organismo o especie, incluso la humana, está inextricablemente relacionado con el medio y para subsistir depende de todo el ecosistema. Los pueblos indígenas y las comunidades rurales han realizado sus innovaciones, desde la adaptación de cultivos a diferentes climas hasta el manejo de los bosques, conforme a esta concepción del mundo. En ese proceso han ido obteniendo una base impresionante de conocimientos relativos a las propiedades de las plantas con las que viven y de las que dependen. La innovación local ha sido el pilar de la biodiversidad actual y es la única garantía de la seguridad futura de ésta.

Biocyte Corporation tiene una patente que le permite decidir si cualquier hospital puede o no utilizar el cordón umbilical de los recién nacidos para hacer trasplantes y a qué precio. Las madres no tienen más alternativa que donar las células gratis y no pueden tampoco impedir que Biocyte gane dinero a costa de ellas (EP 343 217).

En cambio, los descubrimientos de la biología molecular hechos en la segunda mitad de este siglo, han fomentado una concepción mecánica de los organismos, como si éstos no fueran sino conjuntos de genes con determinadas funciones que las nuevas técnicas pueden determinar, aislar y recombinar a voluntad. En consecuencia, quienes poseen el capital y la tecnología necesarios (es decir, la «industria de la vida») ven los recursos vivos del mundo como piezas intercambiables con las cuales jugar un juego de "recorto y pego" inmensamente lucrativo. Sus tecnologías se promocionan como el instrumento más eficaz -e incluso el único- para superar los problemas que enfrenta la humanidad. El juego, llamado "innovación", convierte seres vivos en materias primas y la base hereditaria de sus propiedades en "recursos genéticos" que luego se utilizan en sus "invenciones".

Muy a menudo, las decisiones acerca de qué "recortar y pegar" proceden del conocimiento de los innovadores locales. Pero la única manera de solicitar patentes es expropiando ese conocimiento de los verdaderos innovadores y transfiriéndolo a otra persona: el tenedor de la patente. Este tipo de individualización y privatización del conocimiento colectivo ha sido definido muy correctamente como biopiratería.

Patentes para los innovadores locales: ¿cuál es la respuesta?

Algunos de los que ven el mundo como una mina de genes o que sencillamente consideran que no es realista cambiar el status quo han tratado de atenuar este saqueo dando compensanciones y recompensas simbólicas a los innovadores locales. También hay quienes promueven la idea de hacer que los innovadores locales se unan a la carrera de los derechos de propiedad intelectual. Sin embargo, estos argumentos no resisten un análisis más profundo. Los genes no son exclusivos de una sóla persona sino que se distribuyen entre poblaciones. Los científicos a menudo descubren genes con interés comercial cuando los pacientes los visitan con la esperanza de ser curados de su enfermedad. ¿Por qué esas personas y no otros portadores del mismo gen habrían de ser los detentores de una patente? ¿Por qué no sus parientes que padecen la misma enfermedad? ¿Por qué no otra comunidad entera? Y además, conceder una patente a un paciente o grupo determinado los priva a todos del control de su constitución genética.

¿Cómo evitar la biopiratería?

* Todas las leyes relativas a los derechos de propiedad intelectual deberían excluir expresamente las patentes de organismos vivos, seres vivos y sus partes, ya que la privatización de las formas de vida mediante derechos de propiedad intelectual de cualquier clase viola el derecho fundamental a la vida y atenta contra la ética y el interés público.

* La conservación y la utilización sustentable de la diversidad biológica debería tener primacía sobre cualquier otro compromiso internacional y nacional. En términos políticos, esto significa que cumplir los compromisos asumidos en el Convenio sobre la Diversidad Biológica debería tener preferencia sobre la obediencia a los compromisos asumidos por los gobiernos en otros foros, como la Organización Mundial del Comercio.

* El acceso a los recursos genéticos o al conocimiento asociado a éstos debería basarse exclusivamente en el consentimiento fundamentado previo de los pueblos indígenas y las comunidades locales y obtenerse, en caso de ser otorgado, de una manera que no entre en conflicto con sus derechos colectivos.

El conocimiento tradicional del medio natural es colectivo por naturaleza, basado en el intercambio gratuito de saber y diversidad biológica.11 En cambio, los derechos de propiedad intelectual de cualquier clase son, por definición, una limitación de ese flujo de conocimiento y esa naturaleza colectiva, y por lo tanto atentan contra la naturaleza misma de ese tipo de conocimiento, su desarrollo y hasta su supervivencia. Es esta supervivencia misma lo que está en juego cuando los países son obligados a adoptar patentes de organismos vivos.

La Unión Europea ha aprobado recientemente una directriz que permitirá patentar todas las formas de vida: genes, cultivos, animales y líneas celulares humanas. Con eso, se ha propuesto unirse a Estados Unidos y Japón para obligar a todos los países a aprobar las patentes de animales y plantas en la próxima renegociación del acuerdo sobre los TRIPs (acuerdos sobre derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio) de la Organización Mundial del Comercio, prevista para 1999. Incluso ahora, los países del Norte, especialmente Estados Unidos, no pierden oportunidad de presionar a los países del Sur para que adopten ese tipo de patentes ya sea en forma de organismos comerciales regionales o en la de tratados bilaterales.

Si se impusieran a todo el mundo las patentes u otras formas de derechos de propiedad intelectual de la diversidad biológica y el conocimiento asociado a ésta, los países del Sur se verían obligados a reconocer y hacer respetar las patentes que compañías extranjeras obtuvieron de la biodiversidad de sus países y del conocimiento asociado de sus pueblos indígenas y comunidades locales. Por lo tanto, la biopiratería del "recorto y pego" menoscabaría y desacreditaría aún más los sistemas de conocimiento tradicional que han generado la diversidad biológica que todos hemos heredado y de la que dependemos para nuestra subsistencia. Para los pueblos indígenas y las comunidades rurales están en juego el derecho básico a crear y acrecentar sus recursos locales de la manera que convenga mejor a sus necesidades de desarrollo. Para la humanidad, lo que está en juego es la posibilidad de mantener viva la diversidad biológica y los sistemas de conocimiento de los que ésta depende.

 

Bibliografía:

1. Narayanan Madhavan, "India Girls To Defend Its Biodiversity", Reuters, Nueva Delhi.

2. K. Vijayalakshmi et al.: "Neem: A User's Manual", Centre for Indian Knowledge Systems y Research Foundation for Science, Technology and Natural Resource Policy, Nueva Delhi, 1995.

3. Vandana Shiva, como la cita V. Reyes, "Sangre de Drago: la comercialización de una obra maestra de la naturaleza", Biodiversidad y Derechos de los Pueblos Acción Ecológica, Quito, 1997, pp. 98-113.

4. RAFI (Fundación para el Progreso Rural), "Biopiracy Update: A Global Pandemic", comunicado de setiembre/octubre de 1995.

5. RAFI, "Doing Well by Doing Little or Nothing? A partial List of Varieties Under RAFI Investigation", 6. N. Weemaels, "Patentes sobre la vida: el caso de los ngobe-bugle (Guaymí) de Panamá", Biodiversidad y Derechos de los Pueblos Acción Ecológica, Quito, 1997, pp. 123-127.Notas

7. RAFI, "The Patenting of Human Genetic Material", comunicado de enero/febrero de 1994.

8. RAFI, "The Patenting of Human Genetic Material", comunicado de enero/febrero de 1994.

9. Según una investigación que se encuentra en la base de datos de Derwent Biotechnology Abstracts.

10. Como se señala en el Documento de discusión Nº 57 del UNRSD, "Parks, People and Professionals: Putting 'participation' into protected area management", de Michel P. Pimbert y Jules N. Pretty, 1995.

11. Si el acceso al conocimiento no es general en una comunidad, quienes lo tienen no lo poseen sino que más bien lo guardan en fideicomiso para todo el grupo. Incluso si determinado conocimiento no es compartido entre grupos, la noción de impedir que otros lleguen a él de nuevo es absolutamente ajeno a los innovadores locales, como señala GRAIN en "Towards A Biodiversity Community Rights Regime", GRAIN, documento de discusión, 1995.

 

Author: GRAIN
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  • [1] http://www.rafi.orgrafi.org%3c/a%3e,%201998.%20Los%20nombres%20de%20las%20variedades%20%20%20%20son:%20Goulburn,%20York,%20Orion,%20Caprera,%20Leura%20y%20Denmark.%20%3c/p%3e%20%20%20%20%3cp%20align=