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Ecuador: Contamos nuestra historia para reconstruirnos ser sujetos, como personas y colectivos

by YASunidos | 25 Nov 2014

Este documento fue construido sobre la base de un diálogo conjunto de algunas personas que formamos parte del colectivo YASunidos, un colectivo que ha trabajado en torno a la protección del Parque Nacional Yasuní-ITT, y los derechos humanos de las personas que ahí habitan.

El colectivo YASunidos surgió en un momento crítico de la historia del mundo, cuando ya no es posible seguir ignorando las evidencias de la destrucción del planeta y de los sujetos que en éste habitamos. Dentro del contexto ecuatoriano esta realidad se vuelve evidente en el momento en el que se presentó la disyuntiva entre petróleo, igual a dinero, o, petróleo en el subsuelo igual a vida.

Sin embargo, el gobierno ecuatoriano ávido de recursos monetarios inmediatos falseó esta discusión hasta plantear una nueva disyuntiva: petróleo igual a recursos para financiar el gasto social con una mínima afectación de la naturaleza (1 x 1000), o no extracción de petróleo, igual a retraso económico.

Dentro de esta disyuntiva se polarizó a la sociedad y quienes defendemos la tesis de la vida fuimos calificados como ecologistas infantiles, opositores, desestabilizadores del gobierno, violentos y, en el mejor de los casos, jóvenes inocentes que se dejan manipular por intereses externos.

De esta forma las discusiones de fondo acerca de cómo queremos vivir y quién decide sobre nuestras vidas son rehuidas permanentemente por los grupos pro-petroleros, pues dar estas discusiones significaría poner en el núcleo de la discusión nuevamente al sujeto.

Para comprender cuál es nuestra historia presentamos un breve recuento, una compilación de visiones acerca de cómo hemos vivido los meses de agitación social que desató la clausura de la propuesta Yasuní ITT y nuestra propuesta de hacer una consulta popular para evitar la extracción hidrocarburífera en esta zona.

En agosto de 2013, ante un público expectante en la plaza Carondelet, sede del poder ejecutivo del Ecuador, el presidente Rafael Correa anunció que la iniciativa de la que se había apoderado seis años antes como símbolo de su preocupación por la naturaleza, que postulaba la idea de no explotar más combustibles fósiles para atacar de raíz el cambio climático, preservar la naturaleza y el hogar de pueblos indígenas, algunos de ellos en aislamiento voluntario en el Parque Nacional Yasuní y el ITT, Ispingo Tambopcicha Tiputini, había terminado.

Dijo que el mundo había fallado al no compensar económicamente esta decisión. En ese momento ignoró que el Yasuní- ITT ya era un símbolo constituido en la sociedad ecuatoriana y que no había dinero que pudiera comprarlo. ¿Cómo llegamos a este punto?

Antecedentes: campaña Amazonia por la Vida. La conciencia ecológica que existe en el Ecuador, es quizá uno de los rasgos más interesantes de esta sociedad. El antecedente era la explotación petrolera sin supervisión del Estado que provocó una catástrofe ambiental desde 1960 en la zona norte del oriente ecuatoriano. A partir de entonces las voces críticas a la extracción hidrocarburífera se fueron consolidando como parte de la identidad ecuatoriana.

Amazonía por la Vida nació en 1989 —y la creó Acción Ecológica como acompañamiento a la lucha de los afectados por la Texaco. En la base de todas las voces críticas están las voces de los miles de afectados directos por la contaminación y violencia petrolera en la Amazonía ecuatoriana: pueblos indígenas, pueblos colonos, cuyos hogares y familias fueron expuestos de forma directa a la violencia petrolera en varios sentidos.1

A partir de esta experiencia se trabajaron visiones y críticas muy bien documentadas, fundamentadas y sólidas a la extracción petrolera. Mucho se lo debemos a la demanda que los afectados por la trasnacional TEXACO pusieron a esta empresa a principios de los 1990. El tema petrolero fue ocupando un lugar importante en la problemática del país y se posicionó muy bien en los ojos de la sociedad.

La iniciativa conocida como Yasuní-ITT surge en el segundo lustro de la década del 2000. Fue resultado de este cúmulo histórico y fue madurando como una iniciativa ciudadana cuyos orígenes están bien documentados.

Sin embargo, como parte de toda la retórica de transformación que utilizó Rafael Correa para llegar a la presidencia y criticando al sistema político caduco, acogió muchas demandas populares como la iniciativa Yasuní-ITT, que posicionaron al gobierno como el “cambio efectivo” que proclamaba.

La propuesta fue originalmente de la sociedad civil pero el gobierno, el Estado la acogieron un tiempo por el gobierno, además de vender una imagen verde con una campaña propia. Hay un grupo de YASunidos que proviene de esta campaña de la sociedad civil, Amazonia por la Vida. 

La idea básica era que en el marco de discusiones sobre el cambio climático Ecuador presentaba la idea de que no explotar el petróleo del Yasuní (y al no sacar el petróleo) no se emitía cierta cantidad de CO2 y gases con efecto de invernadero. A cambio de eso se pedía a los países, sobre todo a los países desarrollados, que dieran algún tipo de compensación económica. Era reconocer que en gran medida la quema de petróleo sí está asociada al cambio climático.

Simultáneamente a esta campaña que enarbolaba el gobierno, parte de la sociedad civil aglutinada en el movimiento ecologista ecuatoriano y en particular Acción Ecológica, decidieron dar otro paso más y exigieron que el Yasuní no fuera explotado, aun cuando no existiera la compensación económica, pues conforme pasaron los años, ésta se veía cada vez más difícil de lograr, en parte por la propia obstrucción del gobierno.

Durante seis años esta campaña paralela fue básicamente educación e información, en escuelas y colegios. Era el intento de armar un grupo de ONG que participaran en torno a la propuesta de difundir la idea de mantener el crudo en el subsuelo del Yasuní, pero que también fueran un contrapeso, o una presión para que el gobierno no desviara la idea inicial, o se metiera en el tema de servicios ambientales usando esta idea.

Todas las cosas que se hicieron durante estos años sirvieron para ir consolidando una conciencia distinta hacia lo ambiental. Cuando nosotros íbamos a las charlas decíamos: a los ecologistas siempre nos han acusado de que nos oponemos a todo, pero la iniciativa Yasuní ITT es la respuesta más clara de que no nos estamos oponiendo a todo y que por el contrario estamos dando una solución al cambio climático. Con una propuesta incluso económica.

Se iniciaron procesos de difusión de información y una estrategia buena fue una caravana por todo el país que recolectaba firmas en gigantografías; ahí se recorrió casi toda la sierra centro, parte de la costa y parte de la Amazonía. Fue un trabajo súper fuerte.

Muchas de las cosas que se hacían eran con voluntad propia, casi sin fondos, había un grupo de chicas de la Católica que se montaron la Semana del Yasuní, organizando un montón de eventos toda la semana sobre el Yasuní. Hubo una exposición fotográfica, un ciclo de cine en el Ocho y Medio y fiestas en El Aguijón. En cada temporada había grupos nuevos pero lo particular es que había muchos jóvenes, hablamos de gente entre 18 y 26 años.

El gobierno lanzó una propuesta ambiental; incluso durante mucho tiempo mucha gente nos siguió confundiendo con el gobierno, siempre hubo que aclarar eso, que éramos sociedad civil y apoyábamos Yasuní, pero que no éramos una iniciativa oficial. Lo que hizo el gobierno fue trabajar sólo el tema más institucional, de cómo iba a funcionar el fideicomiso. No hubo una verdadera promoción del Estado.

Algunos nos incorporamos para sostener la campaña de los ecologistas infantiles, con los niños. Se hizo una feria lúdica con niños ecologistas infantiles, a propósito de la descalificación de “infantil” que se usó como campaña para insultar a los ecologistas.

Siempre fue una campaña muy dirigida a la juventud, a los niños, y con un discurso de la biodiversidad y los pueblos. La idea era convocar en colegios a ser parte de esta campaña para que se reprodujera y creara la figura de Guardianes del Yasuní a nivel nacional e internacional.

YASunidos y el hacer política. El punto de partida de los YASunidos son las protestas de agosto del 2014 que tuvieron un grado de espontaneidad muy alto. Eran acciones donde íbamos y poníamos unas velitas ahí afuera de Carondelet. A veces éramos muy pocos, pero lo importante era mantener una presencia constante. Fueron protestas sostenidas, iniciadas a las tres de la tarde para terminarlas en la madrugada.

Una característica muy simpática de este tipo de protestas fue que quien salió a la calle a expresar su descontento frente a la explotación del Yasuní fue la gente que normalmente no sale, es decir, gente que no se siente convocada por las organizaciones políticas reconocidas como la Conaie o el Frente Popular, entre otras. Ésta es realmente una característica fundamental para comprendernos como YASunidos.

Fue muy refrescante salir a la calle con gente que nunca habíamos visto antes y gratificante mirar cómo aun sin tener ese conocimiento previo confluíamos en la necesidad de protestar contra la explotación del Yasuní, quizá por diferentes motivos, pero pudimos concretar una demanda conjunta, tanto así que cuando se llevaron a cabo las protestas en Carondelet y comenzó una fuerte represión del Estado, algunas personas nos pedían que paráramos la situación pero era imposible, ya nos había desbordado.

Hubo una gran diversidad en este movimiento, gente que viene por distintas cosas, pero que tienen algo que les atraviesa transversalmente. Una búsqueda de libertad expresada como autonomía hacia las imposiciones del sistema capitalista en cuanto a cánones como roles de género, belleza, bienestar, democracia, justicia, felicidad etcétera.

Existe un cuestionamiento permanente de la forma de vivir dentro del capitalismo, nos parece que eso es un síntoma de la época e incluso ha influido mucho en el carácter de las marchas y manifestaciones. Había, por ejemplo, yoguistas que levantaron manifestaciones muy originales tales como los círculos de vida en donde venían 150-200 personas en la Plaza Grande meditando por el Yasuní; ciclistas, animalistas, veganos, personas vinculadas a los medios libres de comunicación, artistas, académicos, “hare krishnas”, teólogos de la liberación, anarquistas, montañistas, etcétera. Gente con búsquedas muy fuertes y profundas.

Estas búsquedas dieron mucho carácter a las manifestaciones porque de repente en las marchas había momentos en donde la gente corrió tanto, y eran físicamente tan fuertes, porque era gente con mucha condición física que incluso llegamos a cansar a los policías, hicimos que los policías corriesen mucho y se agotaran. Íbamos a zapatear o estábamos ahí brincando, manifestaciones a veces de 8 horas y la gente manteniéndose en un nivel físico súper fuerte y exigente.

El debate a las calles: firmas por la consulta popular del Yasuní. Ante una decisión tan unilateral de explotar el ITT, tomada sólo por el presidente Correa, decidimos plantear la consulta popular. Muchos nos criticaron, pero nuestra idea se centraba en la necesidad de volver el tema verdaderamente incluyente y eso hicimos: recogimos y recogimos firmas por seis meses ante el asombro e incluso el enojo de tantos que no estaban de acuerdo, con todo en contra, no sólo el gobierno del Ecuador. Incluso algunas dirigencias indígenas que tenían reparos a esta propuesta. Hubo otros sectores sobre todo jóvenes que nos apoyaban. Íbamos aprendiendo que a todos había que pedirles firmas, había gente que discutía un rato y luego te daban sus firmas. Aprendimos a movernos en espacios que no eran los nuestros, estar en la calle, eso era complicado. 

Conforme nos volvimos parte cotidiana del paisaje urbano de las ciudades a nivel nacional, recogiendo firmas, se integró más gente a la recolección, hubo brigadas de clase trabajadora que fueron muy importantes en este proceso.

Lo más sorprendente fue la gente. Era casi toda gente nueva. No es que hayamos sido colectivos muy grandes, pero los referentes desde los que nos movilizábamos y la forma de organización que teníamos sí era muy distinta.

El primer momento fue el más difícil y el más interesante. Al principio resultó casi devastador, porque la gente no tenía costumbre de diálogo y era complejo iniciar uno.

El Yasuní se convirtió en la punta de lanza de la apertura democrática de este país, una democracia a la antigua: con diálogos entre personas en las calles. Restituimos un lazo social tan lastimado por los medios masivos de comunicación, la violencia y el individualismo. El Yasuní fue entonces también un deseo de una vida distinta que se expresaba en las calles de forma permanente.

¿Qué es hoy el Yasuní? El Yasuní funciona más como una utopía para la gente. No es que no quieran salvar al ITT (el 43, que es prácticamente lo último que queda del Yasuní), sino que es una utopía en el sentido de que es una imagen de las posibilidades de vida muy diversa que existen ahí y es una metáfora de la vida que desearían para ellos: esta imagen de una vida abundante, múltiple, cooperativa, como parece ser la imagen de la vida en zonas muy biodiversas. En el espíritu de los YASunidos, hay una voluntad enorme de aprender, de ensayar otras formas de vida.

La gente piensa que el Yasuní sólo es el arbolito, el animalito, pero es más que eso, es un sueño, una necesidad de reencontrarnos con nosotros mismos y de saber a dónde vamos; sabiendo de dónde venimos podemos trazarnos algo hacia dónde vamos, el objetivo principal de vivir en comunidad.

Durante estos meses del proceso de los YASunidos muchos otros nos han reconocido y también nosotros mismos nos hemos reconocido como una organización de la particularidad más notoria, de gente muy joven, y nos hemos descubierto con un gran potencial. La misión de los YASunidos no era simplemente provocar una Consulta Popular sino luchar contra el extractivismo o contra el modelo capitalista. 

Este proceso ha sido realmente una especie de escuela formativa en muchos sentidos, de “hasta qué punto se puede ser utópico” o “hasta qué punto se puede ser pragmático”, cómo usar las redes sociales, cómo usar los medios tradicionales, cómo hablar tú a tú, qué momentos te pones teórico, qué momentos te pones práctico y le haces caso a las encuestas. El tema mismo de cómo se organiza una marcha, una manifestación, dar un discurso, etcétera.

Pensamos que YASunidos dejará de existir en el momento en que deje de aprender. Hay momentos de más aprendizaje que otros. La consulta fue difícil para muchos pero fue de los momentos en los que más aprendimos, porque fue el momento donde tuvimos que discutir, relacionarnos con personas, conocernos.

Una palabra que dio mucha claridad a que es lo que debíamos hacer, es la idea de responsabilidad, de hacerse cargo de. Cuando los YASunidos dicen que la frontera petrolera se expande y extermina pueblos, destruye a la gente, destruye la dinámica de la selva, y destruye la Amazonia que queda, pues hay que hacerse cargo de eso.

Estamos en un momento muy sensible pero también muy interesante porque estamos pensándonos. Y es un momento que requiere pensarnos mucho, y requiere mucha creatividad, no sólo por nosotros mismos sino por el momento político por el que estamos pasando.

Defender hoy el Yasuní es ver cómo logramos generar la megadiversidad o la biodiversidad social en la organización política o en el trabajo, cómo vincular la diversidad que somos, que ha juntado esta lucha por el Yasuní.

 

Notas:

1 Para más información del caso de demanda presentada por afectados de TEXACO- Gulf en Ecuador, consultar: http://www.accionecologica.org/petroleo/casos-legales/texaco

http://www.fda.org.ec/

Author: YASunidos
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  • [2] http://www.fda.org.ec/