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Documentos finales del V Congreso de la CLOC-Vía Campesina

by CLOC-Vía Campesina | 15 Jun 2011

En nuestro número anterior de Biodiversidad, presentamos varios de los documentos que se discutieron en el V Congreso de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC)-Vía Campesina, celebrado en Quito, Ecuador, del 8 al 16 de octubre del 2010. En el momento, Biodiversidad sirvió de herramienta para documentar la memoria y el contexto general en que ocurría el congreso. Ahora presentamos tres documentos finales (la declaración general, la declaración de la IV asamblea de la articulación de las mujeres del campo de la CLOC-Vía Campesina y el documento que reitera la solidaridad con las luchas que libran varios pueblos y movimientos en América Latina).

Declaración de Quito

Luego de 518 años de resistencia a la invasión, el despojo y la explotación, hemos llegado a la tierra de Eloy Alfaro, de Tránsito Amaguaña y de Manuelita Sáenz. Hemos transitado por los caminos de América plenos de mística y fuerza, luchando, movilizándonos y debatiendo, levantando nuestras banderas, fortaleciendo nuestras organizaciones y ampliando nuestras alianzas. A los pies del Pichincha, en la mitad del mundo, hemos realizado nuestro V Congreso después de un año de esfuerzo organizativo y movilizador.

Aquí estamos las y los continuadores históricos de los procesos sociales que surgieron con la Campaña de 500 años de Resistencia Indígena, Campesina, Negra y Popular. Aquí estamos casi un centenar de organizaciones del campo de toda América, representadas en más de mil delegadas y delegados, que surgimos de los procesos de unidad que desde los sectores populares venimos construyendo como una respuesta decidida y valerosa frente a la transnacionalización del capital y sus efectos perversos.

Nuestro V Congreso se ha caracterizado por la mayor participación de mujeres y jóvenes y los importantes aportes de organizaciones de pueblos originarios y afrodescendientes, reflejo de los mayores niveles de convergencia y de las fuertes luchas que han dado los pueblos originarios de todo el continente en los últimos años. Valoramos especialmente el aporte a todas nuestras luchas que ha significado incorporar la visión del sumak kawsay o buen vivir.

Los trabajos del Congreso construyeron una mirada colectiva del contexto en que desarrollamos nuestras luchas. Estamos viviendo una etapa de ascenso de las luchas sociales en América Latina. El fortalecimiento de las organizaciones campesinas, populares y de pueblos originarios y afrodescendientes ha provocado simultáneamente el surgimiento de gobiernos progresistas y el recrudecimiento de las agresiones desde el imperio. Las derechas del continente, el gobierno de Estados Unidos y los grandes capitales despliegan una contraofensiva con nuevas formas de colonialismo, despojo y represión, que combinan las estrategias políticas con las formas más crudas de militarización y agresión armada [...]

La agricultura, el agua, la alimentación y nuestros bienes naturales son hoy objetivo central del gran capital financiero. Mediante grandes inversiones han acelerado la concentración de la producción, procesamiento y comercialización agrícolas, y ha profundizado la dependencia frente a los agrotóxicos y otros insumos industriales.

El resultado es la expulsión masiva y por la fuerza de pueblos originarios y campesinos, la extranjerización de la tierra, la pérdida de soberanía nacional y popular, así como la destrucción de la Madre Tierra. Frente a eso, nuestro Congreso levantó con decisión su lema central: “Contra el saqueo del capital y del imperio, por la tierra y la soberanía de nuestros pueblos, América lucha” y reafirmó nuestra decisión de defender el planeta, la agricultura campesina y la dignidad y buen vivir de los pueblos.

La crisis climática producida por los modelos de producción y consumo impuestos por el capitalismo deja sentir sus peores consecuencias sobre los pueblos del mundo y especialmente sobre quienes vivimos y producimos en el campo. Terminar con el capitalismo pasa a ser no sólo un objetivo social, sino un paso necesario para la sobrevivencia de la humanidad y el planeta. Necesitamos acabar con el modelo agrícola industrial, agroexportador e hiperconcentrado, responsable principal de la crisis climática. Nos comprometemos a levantar e impulsar con fuerza la posición de la Vía Campesina, en cuanto a que la agricultura campesina es la vía más segura y efectiva para enfriar el planeta y reconstituir los equilibrios naturales.

Los proyectos REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal) son una profundización de los procesos de privatización de los territorios que pretenden incorporar los bosques y otros ecosistemas a los mercados internacionales. Para ello eliminan y desconocen los derechos de los pueblos y comunidades sobre sus tierras y territorios, imposibilitando además la soberanía alimentaria y otros derechos colectivos.

La ambición del capital no se detiene. Ha impuesto leyes, regulaciones y programas que buscan privatizar la vida, las semillas y el conocimiento. La investigación científica y tecnológica ha quedado progresivamente bajo dominio del capital y en la agricultura se ha impuesto un modelo tecnológico único que fomenta la dependencia e ignora los saberes y técnicas populares y agroecológicas. El mundo y los campesinos vemos con horror cómo se utilizan o tratan de imponer leyes y tecnologías de la destrucción y el despojo, como la privatización de las semillas, los cultivos transgénicos, semillas Terminator, la biología sintética y la geoingeniería.

Seguiremos defendiendo nuestras semillas contra la privatización y la destrucción, y las multiplicaremos para que circulen libremente y sirvan de base para la soberanía alimentaria.

América Latina sufre de altos niveles de desigualdad y de concentración de la tierra. Esto es resultado de procesos históricos desde invasión colonial y la constitución de los Estados nacionales, varias décadas de neoliberalismo y de procesos de contra-reforma agraria que han provocado concentración y reconcentración de la tierra. En los últimos años se suma un nuevo fenómeno de acaparamiento de tierras por parte de empresas estatales, transnacionales del agronegocio y transnacionales financieras. El acaparamiento de tierras viola los derechos humanos, porque roba a las comunidades campesinas las posibilidades de alimentarse y alimentarnos ahora y en el futuro.

Reafirmamos la lucha por una reforma agraria integral y por la soberanía alimentaria como pilares centrales de nuestro proyecto de futuro. Reconocemos avances como los logrados en Bolivia, donde se reconoce legalmente la propiedad colectiva de las comunidades campesinas y de pueblos originarios y limita la concentración de la tierra. Sin embargo, vemos que en términos generales se ha retrocedido en el respeto al derecho a la tierra y el territorio en América Latina.

Vivimos y sufrimos la capacidad de destrucción y devastación del capitalismo. Sin embargo, la fuerza de nuestras luchas, las formas de unidad que vamos construyendo, el revalorar nuestros aportes, nuestras visiones y culturas, el resurgimiento de la vida que vemos en nuestros triunfos, nos llevan a asegurar que nuestras luchas y quehacer nos permitirán desmantelar el capitalismo y construir un campo y un mundo que garanticen la dignidad y el buen vivir para todas y todos.

Contra el saqueo del capital

y del imperio, ¡América lucha!

Por la tierra y la soberanía

de nuestros pueblos, ¡América lucha!

 

Declaración final de la

IV Asamblea de la Articulación

de Mujeres del Campo,

CLOC-Vía Campesina

 

Al compás de las luchas históricas de los pueblos y de sus movimientos sociales, América Latina ha emprendido un inédito camino de cambios, de desarrollo de pensamiento propio, de fortalecimiento del proyecto socialista, de construcción del Buen Vivir / Vivir Bien, que se cristaliza ya en procesos de transición que apuestan por la descolonización y por profundas transformaciones, que lleven hacia sociedades de igualdad, justicias y soberanías, así como de armonía entre seres humanos y naturaleza.

Para las mujeres del campo de nuestra América, reunidas en la mitad del mundo, el reconocimiento de los derechos de la Pachamama (Madre Tierra) y de nuestros deberes frente a ella, la afirmación de la diversidad económica y productiva, la prioridad de la reproducción de la vida y no la del capital, constituyen una significativa concreción de las reivindicaciones históricas de las campesinas, indígenas y afrodescendientes.

Pero a la vez que nos congratulamos con estos avances, que resultan de nuestras luchas y resistencias, reafirmamos nuestra voluntad de continuar luchando para que la propuesta feminista continúe contribuyendo a definir los cambios socialistas que anhelamos, por los que lucharemos sin cesar hasta que las fuerzas combinadas del capitalismo y del patriarcado sean parte del pasado.

Del mismo modo, nos comprometemos a continuar luchando por la soberanía alimentaria, por nuestras formas de vida, por las agriculturas campesinas y por modos distributivos de reciprocidad, que se desarrollen en convivencia con la naturaleza, en cuyo seno hemos desplegado el ejercicio creativo de la agricultura, de la hibridación de semillas, de la creación alimentaria y de cuidados integrales, y otros conocimientos, gracias a los cuales hemos alimentado al mundo.

Rechazamos enérgicamente las visiones capitalistas que se imponen en el agro, que privatizan la tierra y el agua e imponen dinámicas empresariales que aniquilan la vida campesina.

Nos oponemos a que la transnacionalización de la producción alimentaria y la lógica de la acumulación de ganancias para el capital, continúe actuando como el objetivo de la humanidad y subsuma nuestras vidas a sus intereses.

Queremos transitar de una visión de distribución normada por el “libre comercio” a una de reciprocidades, complementariedades y cooperación, tal como nuestras organizaciones han venido proponiendo en sus países, pe-ro también en el proceso de integración regional —la ALBA y la Unasur—, que es un eje clave para encaminar nuestras aspiraciones socialistas y antipatriarcales.

La América Latina que queremos es una que se construya de relaciones armoniosas y de interdependencia entre seres humanos, constituidos como iguales, que encaminen su accionar a la luz de la sostenibilidad de la vida.

La América Latina que aspiramos construir es una de convivencia solidaria entre pueblos y culturas diversos, descolonizada, sin machismo ni racismo.

Queremos una América Latina comunicada, que reconozca y se reconozca en la diversidad de formas de expresión y comunicación de nuestros pueblos, con medios de comunicación en los que se expresen las iniciativas de nuestros movimientos sociales y las propuestas políticas de cambio. Rechazamos la arremetida ideológica capitalista y sexista que imponen los medios de comunicación corporativos, que se han convertido en voceros de los intereses del capital y de la derecha.

Queremos una región y un mundo libres de todas las manifestaciones de violencia, sea esta sexista, patriarcal, capitalista o imperialista.

La América Latina y el Caribe que queremos es un territorio de paz, desmilitarizado, sin bases militares foráneas, libre de las prácticas imperialistas de control, sin criminalización ni persecución política de la organización, de la protesta y de la pobreza.

Rechazamos y condenamos las amenazas imperialistas y los intentos golpistas contra los procesos de cambio, como sucedió en la República Bolivariana de Venezuela, en el Estado Plurinacional de Bolivia, en Ecuador, y como se impuso en Honduras. Rechazamos todo intento de injerencia e interferencia en nuestros países y en las decisiones de sus pueblos, como se expresa en el bloqueo impuesto a Cuba, por más de 50 años, por el gobierno de Estados Unidos.

Nosotras, las mujeres del campo provenientes de 19 países, levantamos nuestras voces al unísono en defensa de la Madre Tierra como un todo y por una reforma agraria integral que garantice el acceso de las mujeres a la tierra. Levantamos nuestras voces en defensa de la soberanía alimentaria, de la producción y distribución basadas en economías solidarias y comunitarias, no en los esquemas capitalistas injustos y depredadores.

Nos mantendremos alerta hasta que nuestra América Latina y el mundo sean libres de la opresión del capital y del patriarcado.

Sin feminismo no hay socialismo.

Contra el saqueo del capital y del imperio, América lucha.

Por la tierra y la soberanía de nuestros pueblos, América lucha.

Mujeres del Campo luchando por la soberanía popular, por la justicia, la vida y la igualdad.

Solidaridad con los pueblos

y sus luchas

A partir del 11 de septiembre de 2001, con la caída las torres gemelas, Estados Unidos dio un golpe planetario y el poder estadounidense se convirtió en el Estado mundial para el sometimiento. Se impone así en el planeta una estrategia de represión violenta que ocupa diversos mecanismos como la guerra abierta, la lucha contra el tráfico de drogas, el terrorismo y la delincuencia, el paramilitarismo y la ayuda humanitaria en casos de desastre. De esta manera, se criminalizan los movimientos y las luchas sociales.

Con este fin se han expandido las bases militares de Estados Unidos y se refuerzan los operativos conjuntos entre Estados Unidos, la OTAN y las policías y fuerzas armadas de nuestros países. Al mismo tiempo, vemos en nuestro continente el resurgimiento de las asonadas golpistas, que tuvieron éxito en Honduras debido al fuerte apoyo de Estados Unidos, pero que las movilizaciones populares derrotaron en Bolivia, Venezuela y Ecuador. Las organizaciones de la CLOC se mantendrán movilizadas y en alerta para impedir nuevas asonadas.

La migración masiva es siempre forzada y es utilizada por los grandes capitales para contar con ejércitos industriales de reserva. La migración campo-ciudad se debe a la escasez y el despojo de tierras, a las acciones militares y paramilitares, a la pérdida de bienes productivos, a las malas condiciones de vida y a la crisis climática. El resultado de la migración es la formación de cordones de pobreza en las ciudades, que a muchos ha llevado a vivir en la miseria y a mendigar para alimentar a sus hijos e hijas. Las y los migrantes transnacionales no tienen los mismos derechos que los trabajadores locales, no tienen derecho a la protección de la salud ni a recibir educación, y sus hijos e hijas quedan a menudo sin nacionalidad.

En general en el continente latinoamericano, los derechos humanos de los campesinos y campesinas, pueblos originarios y afrodescendientes han sido violados de manera sistemática y permanente por el poder dominante ligado al capital nacional y transnacional, como una herencia histórica desde la Conquista. Actualmente es una estrategia del capitalismo para desarticular y destruir las luchas populares y apropiarse de los bienes naturales, para garantizar el saqueo a través de la minería a cielo abierto, las represas, la explotación masiva de los mares, los desplazamientos forzosos de los pueblos originarios, los monocultivos transgénicos y el control monopólico de la alimentación. Las violaciones a los derechos humanos se han convertido en una política de Estado de muchos países, incluso por sobre disposiciones constitucionales. Los feminicidios son la forma más profunda y grave de la violación a los derechos humanos en Latinoamérica, con sistemáticos secuestros, violaciones y asesinatos.

En Colombia, Perú, Honduras, Chile, República Dominicana, Haití, Mé-xico, Panamá son permanentemente y sistemáticamente violados los derechos humanos de los campesinos y campesinas, de los pueblos originarios y afrodescendientes. Es recurrente el asesinato y la desaparición de sindicalistas y líderes sociales y el desplazamiento forzado de cientos de miles de campesinos/as.

Vivimos y sufrimos la capacidad de destrucción y devastación del capitalismo. Sin embargo, la fuerza de nuestras luchas, las formas de unidad que vamos construyendo, el revalorar nuestros aportes, nuestras visiones y culturas, el resurgimiento de la vida que vemos en nuestros triunfos, nos llevan a asegurar que nuestras luchas y quehacer nos permitirán desmantelar el capitalismo y construir un campo y un mundo que garanticen la dignidad y el buen vivir para todos y todas.

De esta manera, nos solidarizamos con el valeroso pueblo de Haití que se ha movilizado masivamente contra la ocupación militar, el saqueo y la imposición de semillas transgénicas, a pesar de las tremendas dificultades posteriores al terremoto.

Nos solidarizamos con el pueblo colombiano, que sufre y resiste sin rendirse las agresiones sistemáticas y criminales del Estado y el paramilitarismo, demandamos y exigimos la solución política y negociada del conflicto social y armado.

Reiteramos nuestra permanente solidaridad con la Revolución Cubana y el pueblo cubano que ha resistido medio siglo de bloqueo de los Estados Unidos y exigimos la liberación de los cinco revolucionarios cubanos mantenidos prisioneros del imperio.

Nos solidarizamos con la lucha del pueblo mapuche y a quienes después de casi tres meses de huelga de hambre lograron doblarle la mano al Estado chileno y ampliar los sectores sociales decididos a luchar hasta lograr la revocación de una ley antiterrorista espuria.

Nos solidarizamos con la resistencia popular en Honduras que pese a la continuidad del golpismo ha logrado un apoyo mayoritario para lograr una asamblea constituyente.

Nos solidarizamos y respaldamos las luchas de los pueblos afectados por las represas, las hidroeléctricas y los trasvases, que estuvieron presentes en su Tercer Encuentro Internacional en México. Afirmamos nuestro compromiso con la lucha contra las represas, mineras y contra la privatización de la energía y el agua, como lo plantea la declaración del Encuentro. Afirmamos que el agua y la energía no son una mercancía. Agua y energía deben estar al servicio de la soberanía y bajo el control de los pueblos.

Nos solidarizamos con los pueblos y naciones amazónicos afectados por los proyectos hidrocarburíferos en el Parque Nacional Yasuní.

Celebramos el triunfo de las luchas sociales en Bolivia, Venezuela y Ecuador, que han comenzado profundos procesos de transformación nacional y posibilitado Constituciones nacionales revolucionarias. Saludamos a las organizaciones del Ecuador que se movilizaron decididamente y derrotaron un intento de golpe en este país.

 

¡Globalicemos la lucha,

 globalicemos la esperanza!

Contra el saqueo del capital

y del imperio, ¡América lucha!

Por la tierra y la soberanía

de nuestros pueblos, ¡América lucha!

 

Author: CLOC-Vía Campesina