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El borrego Chiapas criollo

by Raúl Perezgrovas | 1 Jul 2003

El borrego Chiapas criollo

por Raúl Perezgrovas(*)

El Doctor Perezgrovas en 1982 comenzó la caracterización del borrego criollo de las montañas de Chiapas. En 1991 inició un programa singular dirigido al mejoramiento genético del borrego de Chiapas mediante selección. Desde 1995 ha trabajado en colaboración con las pastoras Tzotziles, las iletradas pero siempre sonrientes expertas en la cría de ovejas y la calidad de los vellones, y les dio a esos animales su nombre actual: variedad de Chiapas. Además, es "bastante fluido en la lengua Tzotzil, y casi un tejedor".

Este artículo presenta una breve reseña de cómo, a pesar de una presión externa considerable, las mujeres Tzotziles han preservado las razas ovinas lanares locales en un momento en que los mercados mundiales están cambiando los objetivos de producción a resultados uniformes y estandarizados.

En los últimos 30 años la zona rural de México ha experimentado cambios drásticos. La imagen romántica que solíamos ver, de agricultores a pequeña escala cuidando pequeños rebaños de vacas, ovejas y cabras, ya no forma parte del paisaje. El predio rural originalmente diversificado y multifuncional ha dado paso a actividades de ganadería especializada que utilizan alta tecnología y elevados insumos externos. Esta parece haber sido la única forma de sobrevivir a los imperativos del nuevo milenio globalizado. Pero al mismo tiempo, un concepto diferente de cría de animales llevado a cabo por las pastoras Tzotziles demuestra que las antiguas formas románticas también pueden ser muy eficientes y productivas.

Chiapas se ubica en el sur de México y es, con mucho, el estado más pobre. Los Tzotziles son el grupo étnico más numeroso de Chiapas, totalizando alrededor de 200.000 personas que viven en rústicas viviendas dispersas por las montañas. Si bien los Tzotziles son pobres desde el punto de vista financiero, hay numerosos aspectos de su vida social y de su cultura a los que vale la pena prestar atención. Uno de esos aspectos es la forma singular en que las mujeres de las aldeas cuidan de sus ovejas, y la filosofía que tienen acerca de esos animales y sus almas.

A principios de la década de 1970 la gran cantidad de ovejas de diversos colores de las montañas de Chiapas captó la atención de los funcionarios de gobierno. En esa época esta región montañosa tenía la mayor densidad de ovejas de todo el país. Con buenas intenciones, decidieron "mejorar" lo que veían como una oveja local pequeña e improductiva. Para ello la cruzaron con razas ovinas exóticas de alto rendimiento. Este criterio técnico había sido utilizado en muchas otras partes de México central y del norte, con muy buenos resultados. La mayoría de los criadores de ovejas de esas regiones pudieron "mejorar" sus ovejas criollas. A mediados de 1990, los criadores locales de ovejas de esas zonas habían desaparecido y cientos de ovejas cruzadas, de cara negra, producían grandes cantidades de lana blanca y fina, con repercusiones importantes en la economía interna.

No obstante, en Chiapas, los programas de cruzamiento no tuvieron éxito. Se introdujeron varias razas foráneas y el resultado de esos esfuerzos fue siempre el mismo: las variedades exóticas no lograron adaptarse a las condiciones del ambiente y a los recursos alimenticios disponibles, y los animales morían en cuestión de semanas. Y más importante aún, a las mujeres Tzotziles no les gustaba el vellón de esos animales exóticos porque no podían procesarlo para fabricar las prendas de lana utilizando sus técnicas tradicionales de hilado y tejido. La lana de las "ovejas mexicanas", como las llamaban las mujeres Tzotziles, era demasiado corta, demasiado fina y demasiado blanca comparada con los vellones de sus batsi chij, sus "verdaderos borregos". Los funcionarios de gobierno siempre culparon a los Tzotziles criadores de ovejas de los fracasos, y pensaban que estaban condenados por conservar sus ovejas pequeñas e improductivas.


El impacto de la globalización

En 1995 los embates de la globalización golpearon a los criadores de ovejas de México y pronto se observaron los primeros cambios. Un acuerdo de libre comercio con Nueva Zelandia y Australia permitió que en todo México se distribuyeran incontables contenedores de animales vivos, corderos congelados y vellones sucios. Esto provocó la caída a pique del precio del borrego y de la lana sucia, y la mayoría de los criadores de ovejas no pudo competir. Era más caro criar los animales que comprar la lana importada, y los criadores de ovejas se vieron obligados a vender todos sus animales, utilizar sus ahorros para sobrevivir y buscar fuentes alternativas de ingresos. La cantidad de gente que emigró a los Estados Unidos aumentó drásticamente en cuestión de meses.

En las montañas de Chiapas, la globalización tuvo un impacto diferente. Los criadores locales de ovejas mantuvieron sus rebaños, el costo de los animales y la lana permaneció muy alto, al igual que la contribución de la oveja a la economía doméstica, que representa un promedio de 36% del ingreso anual. Las razones de que los Tzotziles pudieran hacer frente con éxito a la globalización son complejas, y es necesario mirar más de cerca las tradiciones Tzotziles, en especial el sistema del cuidado de las ovejas.

Ovejas sagradas y ropa de lana

En primer lugar, las ovejas son parte de la cultura de los Tzotziles; como son animales sagrados protegidos por la religión local, está prohibido herirlas, matarlas o comerlas. En segundo lugar, son también de responsabilidad exclusiva de las mujeres, quienes toman las decisiones sobre todas las cuestiones relacionadas con esos animales y también guardan y administran el dinero derivado de sus ovejas. Los Tzotziles consideran que cada persona tiene una "coesencia animal" que sufre el mismo destino que su compañero o compañera de alma. Cuando una persona se enferma o muere, lo mismo ocurre con su coesencia animal. Aun cuando la mayoría de las compañías animales son animales no domésticos, se cree que las ovejas pueden ser la coesencia animal, si bien secundaria, de brujos o curanderos, y esta es la razón de que no se las hiera o mate. Sin embargo, sólo las ovejas son sagradas; las vacas, los caballos o los cerdos son tan solo animales domésticos para los Tzotziles, quienes los crían, los matan, los comen o los venden, de acuerdo con sus necesidades.

La importancia de las ovejas está relacionada con la vestimenta tradicional de los Tzotziles. Las prendas ceremoniales o para uso diario son fabricadas con lana y cualquiera que visite las aldeas o los mercados locales encontrará a los hombres ataviados con sus pesados sacos negros o sus chalecos blancos. Las mujeres visten polleras negras de lana y blusas marrones ricamente bordadas, y se cubren con mantones negros. Las ropas de los niños, las sábanas y las colchas son tejidas combinando hilados de diferentes colores, creando una gama infinita de tonos grises y marrones. Estas ropas de lana son bastante pesadas y las terminaciones espesas son muy apreciadas; también son a prueba de agua y duran largo tiempo: de dos a tres años sometidas a uso diario.

El proceso textil tradicional es bastante complejo e implica el hilado de la lana con un huso de madera formando hebras de características específicas en cuanto a su tensión y grosor, con las que se crea la trama y la urdimbre del telar. El largo proceso de tejer las hebras con un telar de cintura también va acompañado de otra serie de pasos que implica lavar, cardar, enfurtir y teñir la lana y luego bordar la prenda.

La cría de ovejas entre los Tzotziles cumple además un papel económico importante. Cuando se tiene una cantidad adecuada de vellones de alta calidad eso significa que todos los miembros de la familia podrán tener prendas tejidas. Los vellones de esa calidad tienen un alto valor en los mercados locales, lo que los convierte en un recurso valioso en caso de apremios económicos El ingreso adicional se genera con la venta de borregos excedentarios, ovejas viejas, prendas y artesanías de lana y estiércol de ovino que no haya sido utilizado en los cultivos del predio familiar.


Diversidad local versus normas mundiales

Esos últimos párrafos nos dan una idea de la forma de vida de los Tzotziles y de cómo se relacionan con la cría de ovejas. También puede ayudar a entender por qué los programas originales de cruzamiento diseñados por los funcionarios de gobierno no tuvieron éxito. Esas intervenciones verticalistas no tomaron en cuenta los objetivos, los argumentos, la logística y la repercusión social de las ovejas en la cultura Tzotzil. Los funcionarios de gobierno creyeron que la producción ovina era la misma en todo México y no dedicaron tiempo o no pusieron interés en conocer la cultura y la tradición de la gente local, o de los sistemas locales de cría de animales y variedades ovinas.

¿Cómo podrían esos oficiales saber que en las montañas de Chiapas no hay pastores sino solamente mujeres pastoras? ¿Cómo podrían imaginar que las variedades exóticas de ovejas que estaban imponiendo no tenían un vellón de doble capa como el "verdadero borrego" criollo? El vellón de la oveja exótica de alto rendimiento solo tenía fibras de lana corta, finas y blancas, muy buenas para la industria textil mecanizada pero totalmente inadecuadas para el procesamiento manual.

Se precisó tiempo y un nuevo enfoque para comprender el papel de las ovejas en la forma de vida de los Tzotziles. No fue sino en 1982 que comenzó la caracterización de la oveja criolla y del sistema de cría tradicional, y recién en 1992 que se propuso un programa para mejorar la oveja local por selección. Esta vez las mujeres de las aldeas establecieron los parámetros de la calidad del vellón. Esto puso de relieve las diferencias entre las pastoras y los funcionarios de gobierno en cuanto a lo que significaban "vellones de alta calidad".

Para las mujeres de las montañas de Chiapas los mejores vellones tienen fibras largas y sueltas formadas por una cantidad considerable de hebras gruesas y largas. El color del vellón también es muy importante para que las tejedoras puedan fabricar toda la variedad de prendas necesarias para sus familias. Los vellones que son todos negros, todos blancos o todos color café son los que
obtienen los mejores precios porque pueden tejerse directamente en las prendas sin tener que someterlos al largo y complejo proceso del teñido. Se continúa trabajando en el estudio y la comprensión del papel que cumplen las ovejas en la sociedad Tzotzil.


El reconocimiento a las pastoras

Los efectos de la globalización para los criadores de ovejas de México central y del norte condujo no solamente a la pérdida de varias razas criollas ovinas sino también a la destrucción de diversas formas de vida. Ya no quedan ovejas criollas en México central y del norte, y los criadores de ovejas son en sí mismo una especie en extinción. Sería casi imposible recuperar esas variedades ovinas heterogéneas y robustas que tenían gran resistencia y capacidad para soportar las condiciones ambientales adversas. Los genes originales se diluyeron por el cruzamiento con una gran cantidad de variedades exóticas diferentes, según el criterio técnico oficial impulsado por el gobierno. Sumidos en la desesperación, los agricultores terminaron por vender los animales que les quedaban.

En contraste, esas humildes pastoras que fueron consideradas "atrasadas" por oponerse al progreso y a la tecnología pudieron preservar las razas ovinas locales, mejorarles las características productivas y conservar sus propias formas de sustento. Actualmente en las montañas de Chiapas hay por lo menos 150.000 borregos lanares en pequeños rebaños (de aproximadamente 10 ovejas). El sistema tradicional de manejo ovino diseñado por las pastoras Tzotziles es eficiente en términos de producción de borregos y vellones, requiere muy pocos insumos externos o ninguno y consigue que la procreación en consanguinidad se mantenga en un nivel mínimo.

Las pastoras Tzotziles deben obtener el reconocimiento por haber conservado sus variedades de ovejas, que a esta altura se hubieran extinguido de no haber sido por su oposición sistemática a las intervenciones oficiales dirigidas a diluir los genes de sus "ovejas verdaderas". Esas ovejas criollas de Chiapas deberían ser consideradas no solamente como una reserva de genes valiosos, o como tan solo el sujeto de una investigación de mejoramiento genético. Desde una perspectiva más amplia, los borregos de Chiapas representan la capacidad de los grupos humanos de definir sus propias estrategias de supervivencia l



(*) Raúl Perezgrovas tiene el título de Veterinario de la Universidad Nacional de México, un Master en Ciencias en Ciencia Animal de la Universidad del Estado de Iowa de los Estados Unidos, y un Ph.D. en Desarrollo Sustentable de la Universidad de Londres. En la actualidad es científico investigador del Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad de Chiapas, México.

Author: Raúl Perezgrovas