https://grain.org/e/1006

RecuperaciĆ³n de semillas locales. Diez lecciones aprendidas

by Hans Peter Wiederkher | 21 Jul 2004

Diez lecciones aprendidas

Por Hans Peter Wiederkher (*)

En Colombia la larga historia que la gente ha construido para asegurarse sus alimentos se parte en dos con el masivo desplazamiento forzado por el conflicto armado. A continuación presentamos algunas de las enseñanzas que conjuntamente con las comunidades hemos venido recogiendo en la recuperación de la seguridad alimentaria. Son dos los escenarios: comunidades vulnerables que viven en riesgo inminente de desplazamiento y comunidades que decidieron retornar por iniciativa propia.

El programa de apoyo a iniciativas de reconstrucción de la economía campesina y fortalecimiento de la seguridad alimentaria local se impulsó desde SWISSAID en 1995, inicialmente en el norte de Urabá (Antioquia) y luego en el municipio de Simití (sur de Bolívar), la zona de Los Montes de María (Bolívar y Sucre) y el Bajo Atrato (Chocó).

La sistematización de estas experiencias nos aporta "lecciones aprendidas" para afianzar una estrategia de recuperación de la seguridad alimentaria que se basa en los recursos locales. Presentamos diez de las enseñanzas que nos han aportado los proyectos piloto, acerca del enfoque (ver las lecciones aprendidas 1-5), los métodos (6-7) y el manejo de riesgos (8-10). Las conclusiones se apoyan en los talleres con los Comités de Semillas y Producción y los Grupos de Mujeres dedicadas a la recuperación de sus patios y zoteas (o azoteas), las evaluaciones con los equipos de apoyo del programa que acompañaban a las comunidades, y aportes de otras experiencias y estudios.

1. La estrategia de recuperación de las semillas locales fortalece la seguridad alimentaria de las comunidades

El desplazamiento forzado conlleva a una erosión profunda de los recursos genéticos locales. En un primer instante son las especies menores y las semillas para los cultivos transitorios de pancoger que se pierden, como lo evidencia el diagnóstico en las comunidades del Bajo Atrato en el momento del retorno después de doce meses de éxodo:

En la economía campesina las variedades locales y su diversidad tienen valor estratégico, por su uso alimenticio múltiple, la mayor resistencia contra enfermedades y plagas, la mejor adaptación a las condiciones adversas como las sequías, y la independencia frente a insumos externos. Su recuperación lograda a través del programa de fortalecimiento de la seguridad alimentaria fue sorprendente:

 

Cultivos/especies

Variedades encontradas al retornar después de 12 meses

Variedades antes del éxodo

Cociente de pérdida

Arroz

48

0

100%

Maíz
17
0
100%
Frijoles
16
0
100%
Yuca
23
8
65%
Ñame
19
7
63%
Plátano
19
19
0%
Especies Menores
6
0
100%

Datos de la experiencia piloto de las comunidades campesinas en Clavellino y Villahermosa (Ríosucio / Chocó). Desplazamiento por 12 meses.

Cultivos/especies

Variedades antes del éxodo

Variedades encontradas al retornar

Variedades recuperadas después de dos ciclos agrícolas

Cociente de recuperación

Arroz

48

0

23

48%

Maíz
17
0
5
29%
Frijoles
16
0
8
50%
Especies menores
6
0
4
67%

Datos de la experiencia piloto de las comunidades campesinas en Clavellino y Villahermosa (Ríosucio / Chocó). Desplazamiento por 12 meses. Período de ejecución del programa: 2 ciclos agrícolas.

 

La adaptación de las variedades a las condiciones locales, los conocimientos profundos que la gente tenía en el manejo de las semillas en las condiciones específicas de la zona y la valoración cultural alta de los cultivos tradicionales contribuyeron a estos resultados tan positivos.

2. (Re-)construir tejidos sociales locales, el sustrato para una estrategia de seguridad alimentaria local

Observamos mayor capacidad de recuperación de la seguridad alimentaria en aquellas comunidades que más avances mostraron en procesos de fortalecimiento organizativo, tanto al interior de las comunidades como en sus relaciones con comunidades vecinas.

Los pasos iniciales en la recuperación de la seguridad alimentaria la ubicación y consecución de semillas perdidas, el establecimiento de bancos de semillas, la limpia de las parcelas en rastrojo, el acceso a las parcelas en situación de inseguridad, la defensa del proyecto propio ante los actores armados ilegales, y la gestión de las ofertas institucionales se hacen con mayor facilidad y eficacia desde un conjunto de personas que han logrado organizarse en torno a un proyecto de vida. El diagnóstico realizado por OXFAM [1] en el Bajo Atrato evidenció que las comunidades en retorno con mayor coherencia social demostraban ausencia de casos de desnutrición.

Otra dimensión que se ha explorado con éxito es la construcción de redes de intercambio con comunidades vecinas de la misma zona. Los intercambios se refieren a eventos de capacitación, de intercambio de semillas, de apoyo material en situaciones de emergencia, de comercialización de productos locales, etc. Llama la atención que los intercambios tienden a ser más frecuentes entre hombres y adultos, lo que exigirá a las organizaciones acciones afirmativas para incentivar una mayor participación de las mujeres y jóvenes.

3. Revivir los elementos de la cultura local, otro componente clave de la seguridad alimentaria

Las experiencias a lo largo del programa resaltan el impacto positivo que la recuperación cultural tuvo sobre el éxito del programa de seguridad alimentaria: Las comunidades indígenas zenúes expulsadas en Necoclí y las comunidades afrocolombianas del Atrato se caracterizan por un sólido respaldo cultural en sus aspiraciones por identidad propia y autonomía, factores que facilitaron la apropiación individual y grupal de la propuesta de recuperación con recursos propios.

La constitución de las "Comunidades de Paz" en la zona del Bajo Atrato fue otro proyecto de (re-) construcción cultural con miras a mayor capacidad de autonomía y cohesión social, respaldado por la Iglesia católica.

4. Proteger el derecho a la tierra, proteger la base de la seguridad alimentaria local

En zonas de expulsión y en zonas en riesgo de desplazamiento la propiedad rural se vuelve un bien extremadamente vulnerable. Son frecuentes los casos de enajenación forzada, ocupación de predios y ventas a precios sumamente bajos. Igualmente es usual el robo de animales, herramientas y bienes muebles en predios abandonados por la población desplazada. Según datos recientes a nivel nacional el 85% de la población desplazada deja tierras (18 hectáreas por familia) en el momento de abandonar su zona de vida [2]. La mayoría de la población campesina afectada por el conflicto armado posee propiedades de tenencia precaria [3], en forma de ocupación de baldíos y posesión basada en documentos de compraventa.

Estos datos evidencian la importancia de la protección del derecho a la tierra y propiedad como parte de la estrategia de seguridad alimentaria. Mencionamos a continuación dos de los mecanismos previstos en la legislación colombiana para la protección de las tierras:

- La Titulación Colectiva -tanto para las comunidades indígenas como afrocolombianas- es sin duda una herramienta que ha demostrado su utilidad para comunidades organizadas aunque no se puedan desconocer los casos frecuentes de violación de los territorios colectivos por los actores armados.

- El Decreto 2007/2001 a su vez introduce instrumentos normativos para que los municipios puedan declarar zonas de conflicto como zonas de "desplazamiento forzado" o "de riesgo inminente de desplazamiento", con una serie de herramientas para controlar enajenaciones, proteger bienes de tenencia precaria abandonados, facilitar la titulación de predios en zonas de eventual expulsión y posibilitar la permuta de predios. La sistematización de la experiencia piloto [4], con base en este decreto se resalta los efectos de contingencia que la aplicación de la declaratoria tuvo en la zona de riesgo de desplazamiento; de igual manera, el informe destaca una serie de dificultades y limitaciones de esta medida de protección.

5. La participación de la mujer: custodia de la vida

Las mujeres aportan el 45% de la producción agrícola para el consumo familiar [5], un aporte que tiende a crecer en situaciones de conflicto armado. Las iniciativas de las mujeres en el área de seguridad alimentaria abarcan el restablecimiento de los patios y azoteas, la participación en la recuperación de los cultivos transitorios, el procesamiento de los productos, la preparación de los alimentos y generalmente la administración de los recursos disponibles para la reconstrucción económica de la familia retornada.

El área más visible de la iniciativa de la mujer es el patio. La zotea que se erige al lado del cambuche de vivienda demuestra el afán de la mujer por tener a la mano sus plantas tradicionales como cebolla, albahaca, orégano y cilantro como acompañantes indispensables en el retorno. Si hay semillas y si la tierra no encharca por tanta lluvia la zotea se combina con la huerta con los frutales, verduras, condimentos, plantas medicinales y ornamentales, y especies menores. La zotea y el patio se vuelven símbolos tanto de la recuperación de la tierra como del reinicio de la vida después del éxodo.

6. Recuperación de la seguridad alimentaria por etapas

A partir de nuestras experiencias se evidencian tres etapas claves para una estrategia de recuperación de la seguridad alimentaria:

Fase 1. Diagnóstico inicial participativo y rápido

En el momento del retorno, el diagnóstico moviliza a las familias en torno a elementos claves para impulsar el proyecto de recuperación. En poco tiempo y con participación amplia de la comunidad el equipo promotor identifica:

- los cultivos y variedades que la comunidad tradicionalmente venía manejando;

- los cultivos y variedades tradicionales de mayor rendimiento a corto plazo;

- la disponibilidad de semillas que hay en el momento del retorno;

- las fuentes disponibles de semillas tradicionales en la zona;

- los patrones de consumo en carbohidratos y proteínas;

- los patrones culturales en el manejo de las tierras, cultivos y patios; y

- las personas que son custodias de los conocimientos ancestrales acerca de la producción.

La recuperación de los cultivos, especies y variedades tradicionales exige un programa a tres o cuatro años o sea durante tres a cuatro ciclos agrícolas completos.

Fase 2. Recuperación en el contexto de emergencia a través de dos ciclos agrícolas

El primer ciclo se proyecta como fase de producción para el autoabastecimiento, con miras a disminuir al máximo la dependencia ante la ayuda humanitaria. Predominan cultivos de ciclo corto y el manejo de la huerta y azotea. Se le da importancia a la recuperación de los cultivos tradicionales, apoyándose en las variedades tradicionales de mayor rendimiento a corto plazo. Los bancos de semillas se introducen para producir semillas de variedades que se perdieron a raíz del éxodo. Las especies menores no hacen parte del programa en este momento para que no compitan con la gente por los alimentos escasos en esta fase.

En el segundo ciclo se da mayor importancia a la recuperación de las distintas variedades tradicionales. Se diversifican igualmente los cultivos perennes y semi-perennes. Después de la segunda cosecha se introducirán especies menores.

Fase 3. Consolidación de la producción e inicio de procesamiento y comercialización local a través de los ciclos agrícolas 3 y 4

A partir del tercer ciclo se inicia la consolidación de la economía campesina, abriendo la perspectiva hacia la comercialización en la zona y el procesamiento de los productos agrícolas.

7. La construcción de alianzas para un proyecto de seguridad alimentaria en situación de conflicto

Las alianzas constituyen una de las herramientas para lograr mayor protección ante la situación de conflicto, requisito indispensable para poder desplegar un programa de recuperación de seguridad alimentaria. Las experiencias resaltan el impacto que las iniciativas de apoyo y acompañamiento institucional han tenido, tanto en situación de emergencia (secuestros, amenazas, ocupaciones) como a lo largo del propio proceso de implementación del programa.Mediante el apoyo de alianzas con instituciones de la Iglesia, ONGs, la Defensoría y otras, las comunidades se han ido construyendo espacios humanitarios, los cuales, aunque extremadamente vulnerables, han contribuido a reducir el bloqueo que los actores armados ilegales tienden a imponer sobre el transporte de insumos y productos alimenticios.

"Nuestras pequeñas experiencias de recuperación de recursos que se consideraban perdidos, como el de la papa pepina o calentuna que es un tubérculo de zona cafetera, se quedaban allí en el momento de huir. Igualmente se perdieron avances en conservación y manejo de la biodiversidad por encima de los 2000 metros sobre el nivel del mar que hacían las familias campesinas en las fincas de la parte alta de la Cordillera, con sus proyectos de conservación de aguas, ordenamiento de fincas y recuperación de saberes sobre veterinaria basados en plantas de la región" [6] (norte del Valle del Cauca).

8. Saber manejar los riesgos. Las ambigüedades de la ayuda humanitaria

Sin la ayuda humanitaria prestada por las ONGs de Cooperación Internacional, el Comité Internacional de la Cruz Roja, agencias del sistema de las Naciones Unidas (PMA, ACNUR, etc.), la Red de Solidaridad Social y las Diócesis, las comunidades desplazadas muchas veces no encontrarían las condiciones para retornar a sus tierras e iniciar la recuperación de su economía. Sobre todo durante la fase de emergencia a lo largo de los primeros dos ciclos agrícolas después del retorno, el aporte de la ayuda humanitaria es significativo, tanto en el área de la salud como la alimentación [7] (en particular para asegurar las proteínas requeridas).

Sin embargo, aparecen casos de ayuda humanitaria con efectos colaterales bastante inquietantes; a continuación mencionamos tres de los casos identificados durante la fase de retorno de las comunidades del Bajo Atrato.

Caso A. Semillas certificadas

Los lineamientos de la Agencia de Ayuda Humanitaria "A" prescriben semillas certificadas en el momento de suplir a las comunidades con insumos para el restablecimiento económico. El equipo técnico del programa no puede incluir la distribución de semillas de variedades locales y se ve obligado a comprar semillas de variedades producidas para cultivos tecnificados en otras zonas.

Caso B. Semillas para producir para el mercado nacional e internacional

La Entidad de Ayuda Humanitaria "B" enmarca su ayuda en semillas como parte del plan de abrirles a las comunidades el acceso al mercado nacional e internacional, criterio que de antemano desplaza la producción para el auto-consumo y conlleva a sustituir las variedades locales por aquellas que los mercados nacionales e internacionales requieren.Como resultado de este modelo de ayuda humanitaria observamos en la comunidad la introducción de monocultivos, la eliminación definitiva de variedades locales y un debilitamiento de la seguridad alimentaria local.

Caso C. Las semillas llegan después del período de siembra

Algunas de las entidades de Ayuda Humanitaria tramitan los proyectos según sus ciclos administrativos, sin orientarse en los ciclos agrícolas de la zona. En consecuencia, es frecuente observar que las semillas llegan después del período tradicionalmente escogido para la siembra, de modo que las semillas suelen ir para la bodega o se siembran en períodos inadecuados, con el resultado de grandes pérdidas en el momento de la cosecha.

Las respuestas de las comunidades ante el riesgo de efectos perversos de la ayuda humanitaria apuntan a buscar la reducción de esta ayuda a muy corto plazo y la sensibilización de las agencias de ayuda humanitaria para lograr acuerdos que se sujeten a las dinámicas locales.

"Al retornar a sus tierras en el Truandó (Bajo Atrato), las comunidades negras se enfrentaron a la pérdida de todas sus semillas de pancoger, con excepción de algunas variedades de cepa (papa china), plátano y yuca. Su gran tesoro en variedades de arroz -el diagnóstico inicial identificó 48 variedades tradicionales- estaba perdido" [8].

El gobierno colombiano registra más de 1 millón de desplazados entre los años 2000 y el 2003, mientras que el número total de desplazados desde 1985 alcanza 3 millones de personas, según estimaciones no oficiales [9].

Por el lado de la producción agrícola, en los años 90 la producción nacional en cultivos tradicionales de la economía campesina -como maíz por ejemplo- se ha caído drásticamente [10] y la tierra cultivada se redujo en 900.000 has. La pérdida de seguridad alimentaria que se esconde detrás de estos datos puede ser irreversible ya que la mayor parte de los desplazados no regresará [11] y va en aumento la extinción de partes importantes de la biodiversidad que es base de seguridad alimentaria.

9. Saber manejar los riesgos. La oferta de paquetes tecnológicos con insumos externos

Ante el debilitamiento de las fuentes tradicionales de semillas locales el circuito comercial queda sin competidores e invade fácilmente el mercado de las semillas. Las grandes empresas productoras de semillas y agroquímicos empiezan a penetrar mercados que tradicionalmente han estado bajo influencia de la economía campesina con sus variedades locales. Con las semillas mejoradas, entre ellas recientemente transgénicas, se lanzan paquetes tecnológicos y ofertas de crédito para vincularse a cadenas productivas en el marco de programas institucionales que amenazan los recursos locales y con ellos la seguridad alimentaria local.

El manejo del riesgo de un cambio de la economía campesina hacia una dependiente del "agro-business" resulta extremamente difícil. Entre las respuestas que se han lanzado con resultados positivos encontramos el fortalecimiento de valores culturales relacionados con la producción y nutrición y el fomento de sistemas de crédito para apoyar proyectos productivos de la economía campesina.

10. Saber manejar los riesgos. Alternativas a corto plazo que deterioran los recursos locales para la seguridad alimentaria

Las familias campesinas buscan mitigar la situación de crisis económica y alimenticia que enfrentan en el retorno y en la situación de riesgo de desplazamiento, a través de estrategias a corto plazo, con un impacto bastante negativo aunque inicialmente sea invisible. Mencionamos dos estrategias que hemos encontrado a lo largo del programa.

Estrategia de uso depredador de los recursos naturales: La pesca y la caza se ofrecen para reducir el déficit alimenticio en la situación de retorno, sobre todo en cuanto a las fuentes proteínicas. La madera a su vez es un recurso disponible para facilitar el acceso al mercado para comprar los alimentos requeridos. En situación de crisis, esta estrategia fácilmente tiende a introducir una sobre-explotación de los recursos naturales de la zona.

Estrategia de producir cultivos de uso ilícito. El cultivo de coca se ofrece para remplazar o complementar los cultivos agrícolas. La presión de los actores armados sobre estos cultivos, los efectos colaterales de las fumigaciones y la erosión causada a través de estos cultivos contribuyen a deteriorar aún más la situación vulnerable de las comunidades.

El manejo del riesgo que estas estrategias cortoplacistas acarrean para las comunidades requiere un alto grado de organización comunitaria. La elaboración participativa de planes de desarrollo para la comunidad, el monitoreo sobre los recursos naturales y la implementación de reglamentos de manejo de los recursos naturales son algunas de las iniciativas que han demostrado algún resultado para el control de estos factores que incrementan la vulnerabilidad de las comunidades.

¡De las cenizas del desplazamiento forzoso resurge la vida y la esperanza!

Notas

•  Young Helen et al. (2001), Food-security assessment in emergencies: a livelihoods approach, Network Paper 36. London: Humanitarian Practice Network.

•  Según los datos del Secretariado Nacional de Pastoral Social, Sección de Movilidad Humana, 2003.

•  El término de Tenencia precaria hace referencia a propiedades rurales sin título registrado, o sea, propiedades que son ocupaciones en baldíos de la nación o posesiones con base en documentos de compraventa.

•  Luis H. Briceño, Sistematización de la experiencia de Declaratorio de Inminencia de Riesgo de Desplazamiento DIRD en Landázuri (Santander), Barrancabermeja 2004

•  Según los datos de la FAO, 1995, para los países latinoamericanos.

•  Recogido de un documento de trabajo de Alfredo Parra: "Impacto del desplazamiento forzoso en el manejo y la conservación de biodiversidad local",Buga, junio de 2000.

•  Año y medio después del retorno, las comunidades en el Bajo Atrato dependían todavía en un 10% de la ayuda humanitaria para poder cubrir la dieta mínima de 2.100 kcals/persona/día. Ver el citado estudio de Young Helen et al.

•  Ver la cartilla "Compartiendo experiencias en el retorno", Parroquia Nuestra Señora del Carmen Ríosucio, Asentamientos de Villahermosa y Clavellino y Fundación SWISSAID Colombia,1998.

•  ACNUR. Noticias del 27-1-2004.

•  La producción nacional de maíz cubrió en 1990 el 95% del consumo nacional, en 1999 apenas el 20% (SAC).

•  Según el estudio de CODHES (1999) sólo el 15% de la población desplazada piensa en regresar a sus tierras.

 


(*) Integrante de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) C.e.: [email protected]

Author: Hans Peter Wiederkher