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Transgénicos en Chile: La situación de los cultivos de alimentos

by María Isabel Manzur | 24 Sep 1999

BIODIVERSIDAD
SUSTENTO Y CULTURAS

Transgénicos en Chile: La situación de los cultivos de alimentos
por María Isabel Manzur*

Setiembre de 1999

 

* María Isabel Manzur (Ph.D), investigadora del Programa Chile Sustentable, puede ser contactada en: Seminario 774 Nunoa, Santiago, Chile. Tel: (562) 2097028 Fax: (562) 3640472
C.e.: [email protected], [email protected], www.chilesustentable.net

 

La siembra de transgénicos constituye un hecho muy grave en Chile ante el inminente riesgo de contaminación biológica a los centros de origen. En el caso del maíz podrían verse contaminadas 23 formas raciales prehispánicas, 7 de las cuales están amenazadas de extinción. La autora, investigadora del Programa Chile Sustentable, analiza el impacto de los transgénicos en ese país.

 

La valiosa biodiversidad agrícola de Chile

Chile es un país temperado y una isla ecológica que se caracteriza por una biodiversidad moderada en números, pero con una fauna y flora única y exclusiva a nivel mundial con altos niveles de endemismo. Por ejemplo, más del 50% de la flora y cerca del 80% de los anfibios chilenos son endémicos. Chile también posee una rica biodiversidad agrícola, con 32 recursos fitogenéticos nativos de importancia para la agricultura. Chile es además centro de origen de la papa (Solanum spp.), frutilla (Fragaria chiloensis) y tomate (Lycopersicon chilense). Posee cultivos tradicionales como el maíz y frejol que han sido cultivados y mejorados por los campesinos chilenos por cientos de años. Los recursos genéticos chilenos se encuentran amenazados por problemas de erosión genética.

La integridad de estos valiosos recursos genéticos nativos se vería seriamente amenazada al introducirse al país versiones transgénicas de éstas u otras plantas emparentadas. Ello significaría la pérdida irreversible de un germoplasma nativo único y exclusivo en el mundo, adaptado a condiciones locales y con características sumamente valiosas de adaptación a condiciones adversas.

La situación de los transgénicos en Chile

Normativas sobre la liberación de transgénicos

La única normativa específica en Chile respecto a transgénicos se encuentra en una Resolución del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) sobre Normas y Regulación de Liberación de Transgénicos. Según este decreto, sólo se autoriza en Chile la entrada de semillas transgénicas para multiplicación con fines de exportación. No se permite liberación de transgénicos para consumo. Las normas de bioseguridad sólo se refieren a cumplir una cuarentena fitosanitaria, sin considerar el impacto de estos cultivos sobre la biodiversidad y el medio ambiente. Una Comisión Asesora de Liberación de Transgénicos (CALT), presidida por el SAG, establece los requerimientos de bioseguridad para los cultivos transgénicos en Chile. Esta comisión no está abierta a la participación de organizaciones ciudadanas.

Por otra parte, la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente considera la liberación de transgénicos como actividad que debe someterse a un estudio de impacto ambiental obligatorio, pero no se aplica.

Liberación de transgénicos en Chile

Un reciente informe de gobierno revela que Chile ha permitido la internación de material transgénico desde 1992. Aunque no existen datos de la superficie sembrada en esos años, el informe sí revela un rápido aumento del área sembrada en los últimos años. En el año 1997 la superficie sembrada de transgénicos alcanzó un total de 7.152 hectáreas, mientras que en el año 1998 esta superficie aumentó 4 veces (28.541 hectáreas). La tasa de aumento de cultivos transgénicos en Chile es superior al incremento a nivel mundial: 2,5 veces entre 1997 y 1998.

Los dos cultivos preponderantes en 1998 son maíz transgénico, con 27.547 hectáreas, y soya transgénica, con 838 hectáreas. Otros cultivos sembrados ese año fueron canola (132 hectáreas), remolacha (21 hectáreas), melón (0,23 hectáreas), papa (2,5 hectáreas) y tomate (0,22 hectáreas). Los cultivos transgénicos se habrían efectuado a lo largo del país, en 8 de las 13 regiones de Chile: I,V,RM,VI,VII,VIII,IX y X.

El informe no sólo da a conocer que extensas superficies de nuestro territorio se encuentran sembradas con transgénicos, sino que además revela que el 99.4% (28.371 hectáreas) de la superficie plantada en 1998 correspondió a cultivos sin cuarentena de bioseguridad; incluyen 27.546 hectáreas de maíz y 825 hectáreas de soya sembrados en 5 regiones del país: I,V,RM,VI y VII. También se sembró canola transgénica sin medidas de bioseguridad en 1996.

El número de compañías involucradas en la siembra de transgénicos sin medidas de bioseguridad aumentó de 2 en 1994 (Semillas Pioneer Chile Ltda. y Massay Agriculture Service Ltda.) a 13 en 1998, liderada por Pioneer con 17.472 hectáreas, ANASAC con 2.986 hectáreas, Massay con 2.825 hectáreas, Compañía Industrial de Semillas con 1.426 hectáreas, Agrotuniche con 1.375 hectáreas, Novartis con 847 hectáreas, Cargill con 607 hectáreas, Limagrain con 536.7 hectáreas. Otras compañías son Pinto y Gajardo, Manzur Agriculture, KWS, Semameris y Green Seed.

Las  dos características más comunes corresponden a resistencia a herbicidas y resistencia a insectos (Bt).

Por otra parte, carecemos de información respecto a las medidas de bioseguridad exigidas a los cultivos bajo cuarentena en 1998 (canola, remolacha, melón, papa, tomate, maíz y soya), los cuales abarcaron una superficie de 170 hectáreas o 0,6% de la superficie total plantada en 1998. Sin embargo, estudios empíricos han encontrado polen de canola a 4 Kilómetros de su fuente. Dudamos que estas distancias se apliquen en Chile y que los agricultores vecinos a los tests hayan sido informados de la posibilidad de contaminación de sus cultivos.

Es por ello que la siembra de transgénicos en general, y sobre todo aquellos sin cuarentena de bioseguridad, constituye un hecho gravísimo en Chile por el inminente riesgo de contaminación biológica a los centros de origen, cultivos y malezas cercanas emparentadas.

El caso del maíz es muy grave, pues podrían verse contaminadas 23 formas raciales prehispánicas de maíz, 7 de las cuales están amenazadas de extinción. En el caso de la canola transgénica sembrada en Chile, esta puede contaminar 4 especies de malezas silvestres del género Brassica y crear supermalezas. En el caso del tomate transgénico, este cultivo podría contaminar y ocasionar la perdida irreversible del tomate originario Lycopersicon chilense. La siembra de papas transgénicas podría contaminar las 165 variedades de papas originarias de Chiloé y también contaminar 55 especies de plantas silvestres del género Solanum y crear supermalezas.

Los riesgos de desequilibrio de los ecosistemas y la pérdida de polinizadores con los cultivos Bt no se han evaluado.

Otra consecuencia de la siembra de transgénicos y del alza de la cuarentena de bioseguridad en Chile, es que nuestro país perderá su status de isla ecológica con productos sanos, ya que no podrá garantizar cultivos libres de transgenia. Ello significa la pérdida de importantes socios comerciales en la Unión Europea y el cierre de mercados de las grandes firmas productoras de alimento como Nestlé y Unilever que, ante la presión de los consumidores, recientemente han adoptado la política de no adquirir materias primas transgénicas para la elaboración de sus productos alimenticios.

Alimentos transgénicos en Chile

Por otra parte, Chile está actualmente importando alimentos transgénicos, particularmente maíz y soya de Argentina y Estados Unidos. Importamos soya en forma de habas, harina, aceite y tortas, como también maíz de consumo. Toda la salsa de soya importada proviene de EEUU. Se desconoce con exactitud la cantidad de transgénicos que está entrando, pues los granos llegan mezclados con aquellos no transgénicos y los productos elaborados no vienen etiquetados.  Conocemos, sin embargo, que EEUU y Argentina son los mayores productores de transgénicos en el mundo con 20,5 y 4,3 millones de hectáreas sembradas repectivamente en 1999 (RAFI 1999). EEUU es el mayor productor mundial de maíz transgénico, en tanto que su producción de soya transgénica alcanzó a 32% en 1998. Argentina es el segundo productor mundial de soya transgénica, con una superficie sembrada de dos millones de hectáreas, equivalente a la mitad del área plantada de soya del país (el 60%).

Los consumidores chilenos podrían estar ingiriendo alimentos transgénicos en forma de derivados del maiz y soya como aceites, almidón, jarabe, harinas, lecitina, etc., incorporados en galletas, leche, corn flakes, chocolates, helados, etc. Además, una resolución del SAG ha autorizado la utilización en Chile del descarte del maíz transgénico como alimento para cerdos y pollos, sin que los consumidores chilenos tengan ninguna idea respecto al origen de estos productos y sin que exista una adecuada evaluación de riesgos sobre la salud humana y animal, como por ejemplo el peligro de resistencia a antibióticos.

La normativa respecto al consumo de alimentos en Chile se encuentra en la Ley de Derechos de los Consumidores. Esta ley reconoce expresamente los derechos de los consumidores a un etiquetado obligatorio, pero aún no se ha aplicado a los productos transgénicos. El Programa Chile Sustentable y otros grupos ambientalistas y de consumidores han solicitado que se detenga la importación de estos alimentos y que se evalúen adecuadamente sus peligros sobre la salud.

Posición de Chile frente a los transgénicos

A pesar de los riesgos de perder nuestra única y exclusiva biodiversidad, la política de Chile frente a los transgénicos es la de constituirse en un potencial exportador de estos productos. La Universidad Católica y el Ministerio de Agricultura están promoviendo investigación en transgénicos, particularmente melón y papa.

Es por ello que nuestro país no ha tenido una posición clara de protección a los consumidores, ni de rechazo a la liberación de organismos transgénicos al medio ambiente a nivel nacional e internacional.

La posición de Chile en la última reunión del Protocolo de Bioseguridad en Cartagena, Colombia, en Febrero de 1999, fue la de apoyar la posición de la industria biotecnológica. Se unió al Grupo de Miami liderado por EEUU, que es el mayor productor de Organismos Genéticamente Modificados del mundo y no es miembro de la Convención de la Diversidad Biológica, junto a Canadá, Australia, Uruguay y Argentina. El grupo se caracterizó por una posición intransigente de bloqueo de las negociaciones al privilegiar el comercio y no la biodiversidad y la salud humana. Se opusieron, por ejemplo, al principio de precaución como eje central del protocolo; a la inclusión de productos de consumo como alimentos, vacunas, microorganismos y control biológico; descartaron los productos derivados como harinas, alimentos procesados, aceites, etc., excluyeron aspectos socioeconómicos y aspectos de responsabilidad y compensación, en un esfuerzo por obtener un protocolo estrecho e inefectivo que apoye los intereses de la industria biotecnológica.

Chile promovió la rotura de la unidad Latinoamericana y puso en riesgo no solamente nuestra biodiversidad sino a toda la región suscitando el asombro de la mayoría de las delegaciones del Tercer Mundo y las ONGs.

La posición adoptada por Chile no corresponde a nuestra realidad como país y es contraria a los intereses de nuestra población. Chile no posee una industria biotecnológica; no cultiva transgénicos; su papel en este escenario es sólo proveer terrenos para la plantación fuera de temporada de semillas transgénicas para exportación, lo que permite a las grandes compañías acelerar la producción de semillas; es un país importador de biotecnología; posee una biodiversidad muy importante y valiosa para conservar y no cuenta con una regulación adecuada en esta materia ni la capacidad técnica para controlar la introducción y uso seguro de transgénicos en su territorio.

Nuestro país tiene además mucho que perder si los transgénicos contaminan nuestros recursos genéticos, pues significa la pérdida irreversible de un capital natural único y exclusivo en el mundo. Esta posición fue adoptada en ausencia de un debate público y sin la participación de la ciudadanía, lo que es extremadamente grave en una democracia.

Posteriormente a la conferencia de Cartagena el Programa Chile Sustentable, junto a otros grupos ambientalistas, denunció públicamente la posición adoptada por Chile y solicitó explicaciones por su apoyo a la industria biotecnológica. Desde entonces se ha suscitado un debate público sobre el tema. Para la reunión de septiembre el gobierno ya ha presentado su posición y han solicitado comentarios a algunas ONGs. El programa se encuentra trabajando para conseguir un cambio de la posición chilena que favorezca los intereses de nuestro país y de nuestra biodiversidad.

 

Author: María Isabel Manzur
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