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Elementos para el debate sobre el campesinado

by Valter Israel da Silva | 15 Jun 2011

Valter Israel da Silva, Coordinación Nacional del MPA, Brasil


La agricultura campesina y el  agronegocio. La agricultura campesina viene sufriendo una fuerte ofensiva ideológica, económica, mediante políticas públicas y otras cuestiones, lo que viene causando una erosión cultural, lleva a los campesinos a la dependencia de los insumos externos, del crédito, de las multinacionales, del mercado. Esto los está llevando al endeudamiento y el empobrecimiento. 

La concepción de la agricultura basada en las agroempresas (un capitalismo en el campo) trae innumerables problemas a las familias campesinas y las  de los consumidores urbanos, por el uso intensivo de la mecanización, los insumos químicos y venenos (con graves problemas de contaminación de la tierra, el agua, el aire y los alimentos), y por el negativo balance energético y de carbono, con el consabido calentamiento global. Es decir, gastan más energía de la que producen y emiten más carbono del que retiran del aire durante el ciclo productivo. Es cierto que ello aumenta la capacidad productiva por área de tierra, pero a consecuencia  aumentan los costos de producción, al importar energía, disminuye el margen de ganancia de las familias campesinas, disminuye la necesidad de mano de obra, lo que provoca que la juventud no se quede en el campo. Gilberto Dupas explicaba en 2006 que:

En los inicios del siglo XXI, la paradoja está en todas partes. La capacidad de producir más y mejor no deja de crecer y es asumida por el discurso hegemónico como sinónimo de progreso traído por la globalización. Pero este progreso, discurso dominante de las élites  globales, también trae consigo exclusión, concentración de los ingresos, subdesarrollo y graves daños ambientales, agrediendo o restringiendo derechos humanos esenciales.

Más inquietantes que los peligros nucleares son ahora los riesgos que surgen de la microbiología y de la genética, con sus graves dilemas éticos y morales. ¿Cómo equilibrar los beneficios potenciales de la genética, de la robótica y de la nanotecnología con  los peligros de desencadenar un desastre absoluto que comprometa irremediablemente nuestra especie? Una mirada al siglo XX, con los inmensos saltos de la tecnología del conocimiento, pero con sus inmensos costos de guerras trágicas, miseria y daños ambientales, hace brotar con fuerza la pregunta central. ¿Somos, debido a este desarrollo, más sensatos y más felices? ¿O podemos atribuir parte de nuestra infelicidad precisamente a la manera como utilizamos los conocimientos que poseemos? Las consecuencias negativas del progreso, transformado en discurso hegemónico, acumulan un costo creciente de riesgos graves que pueden llevar al despeñadero al inmenso esfuerzo de siglos de aventura humana para estructurar un futuro viable y más justo para las generaciones futuras.

De acuerdo con el profesor Henri Acselrad, el ambiente es una cuestión de elección. Elegir entre la biodiversidad y los monocultivos, entre las comunidades que viven en la riberas de los ríos y las represas. En general el capital garantiza que se elija el desarrollismo, sin medir las consecuencias ambientales. En 2007 Dupas presentó indicadores de estas opciones:

En  Europa y Estados Unidos cerca de 50% de los lagos y los ríos están gravemente contaminados. De todos los ecosistemas mundiales, por lo menos un 60% son explotados de modos no sustentables, en proceso de degradación que puede ser irreversible en 50 años. La expansión agrícola de 1945 al 2004 fue superior a la suma de los siglos XVIII y XIX; la destrucción ambiental resultante agrava el porcentaje de plantas, mamíferos, aves y anfibios en extinción; algunas de esas especies ni siquiera fueron clasificadas.

Otra cuestión importante, que nos explican Marcia y David Pimentel (2005), es el paso al uso de la energía fósil [petróleo, carbón, gas natural] en la producción agrícola. Los insumos basados en petróleo, además de aumentar el costo de producción, van reduciendo la biodiversidad. Las familias campesinas se van especializando y entran al monocultivo. Esto trae a la agricultura problemas de sustentabilidad. Al disminuir la biodiversidad las plantaciones se tornan más susceptibles al ataque de plagas y enfermedades y requieren cada vez más insumos externos.

Una vez que comenzó el abastecimiento de derivados de energía fósil, hace más de 200 años, la producción agrícola industrial inició su desarrollo. Aunque los actuales sistemas agrícolas industriales, basados en un alto nivel de aporte de insumos fósiles, son relativamente productivos, su sostenibilidad puede ser cuestionada dado que los ecosistemas agrícolas a nivel mundial están siendo degradados severamente por la erosión del suelo, la salinización y la contaminación del agua. Los recursos de energía fósil que son esenciales para la fabricación de fertilizantes, plaguicidas, así como para el funcionamiento de la maquinaria agrícola y para impulsar sistemas de riego, no son renovables. Las reservas de petróleo y gas natural se habrán agotado dentro de los próximos 35 a 40 años.

 Ambas concepciones de la agricultura, que apuntan a una dicotomía entre progreso y atraso, tienen que ver con el balance energético de las tierras. Por eso, con Dupas (2006) vamos a comparar la lógica campesina de producción y la llamada agricultura industrial.

Aquí se trata de analizar a quién sirve ese progreso sobre todo, y cuáles son los riesgos y los costos de naturaleza social, ambiental y de sobrevivencia de la especie que está provocando; qué catástrofes futuras puede ocasionar. Principalmente, es preciso determinar quién escoge el rumbo de ese progreso y con qué fines.

Con todo el proceso de mecanización, especialización y adaptación de la agricultura a los monocultivos, en los últimos años viene intensificándose un proceso de desmonte de la cultura y la identidad de las familias campesinas. Para entender mejor qué identidad es ésta, utilizamos el concepto presentado en 2005 por Carvalho:

Campesino es aquél que tiene acceso a los recursos naturales, a la posesión o al uso de la tierra, el agua, los bosques, la biodiversidad, cuyo trabajo está centrado en la fuerza de la familia, aunque pueda contratar servicios temporales y/o prestar servicios a terceros, y cuya centralidad de reproducción social está en la familia. Lo que caracteriza a una familia campesina es la continua garantía de reproducción social de la familia, sea ella la familia singular o ampliada, y la posesión de los recursos de la naturaleza; la reproducción social de la unidad de producción campesina no se mueve por el lucro, sino por la posibilidad creciente de mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la familia. Teniendo acceso a la tierra y a los recursos naturales que ésta soporta resuelve sus problemas reproductivos a partir de la producción rural, extractivista, agrícola y no agrícola.

La producción se desenvuelve de tal modo que el universo de los que deciden sobre la distribución del trabajo no se diferencia de los que sobreviven como resultado de esa distribución. En el transcurrir de sus vidas y en las interacciones que establecen, esas familias desarrollan hábitos de consumo y trabajo, y formas diferenciadas de apropiación de la naturaleza, que les caracteriza especificidades en el modo de ser y de vivir en el ámbito complejo de las sociedades contemporáneas capitalistas.

Los debates sobre el campesinado y el capitalismo en el campo muestran contradicciones que a su vez generan especulaciones y teorías. Tales especulaciones se manifiestan en tres teorías: la del fin del campesinado, la de la metamorfosis campesina y la del fin del fin del campesinado

El fin del campesinado. Esta tesis prevé el fin del campesinado en dos categorías. Una es que pierde los medios de producción y se proletariza; es decir, pasa a vender su fuerza de trabajo en el mismo campo o emigrando a las ciudades. La otra es que amplía su acumulación de medios de producción y pasa a proletarizar a parte de aquellas familias que perdieron sus medios de producción. La mayor parte de esta última categoría se haría dependiente de los apoyos sociales y las políticas públicas

Para Carvalho, “una categoría cae atrapada por la diferenciación de la renta capitalizada de la tierra, que destruye al campesinado, transformando a una pequeña parte en capitalistas y a una gran parte en asalariados. La otra cree simplemente en la inviabilidad de la agricultura campesina frente a la supremacía de la agricultura capitalista”.

Teniendo como ba-se esta teoría para la agricultura, surgen los llama-dos agronegocios: la--tifundio, máquinas pe-sa-das, semillas híbridas y transgénicas, uso intensivo de insumos químicos y venenos, producción de mercaderías para la exportación, problemas ambientales, concentración de las ganancias y de la riqueza en perjuicio de la distribución de ganancias y riqueza en la producción de los alimentos.

La metamorfosis campesina (la agricultura familiar). Esta tesis se presenta como una especie de tercera vía que dice que la mano de obra familiar no va a desaparecer, pero que la forma campesina sí. De este modo, el campesino tendrá que sufrir una metamorfosis y transformarse en agricultor familiar. Es decir, asumir la tecnología, especializarse en alguna rama de la producción, integrarse a la industria, etcétera. Esto se presenta  como una dicotomía, donde el campesino es atrasado y el agricultor familiar es moderno. Carvalho lo explica:

Este proceso de transformación del sujeto campesino en sujeto agricultor familiar sugiere también un cambio ideológico. El campesino metamorfoseado a agricultor familiar pierde su historia de resistencia, fruto de su persistencia, y se transforma en un sujeto que se conforma con el proceso de transformación que pasa a ser un proceso natural del capitalismo.

Así, la agricultura familiar sólo sería viable mediante la especialización en alguna forma de producción e integrándose a la industria. La familia campesina pasa a ser mera compradora de insumos y proveedora de materia prima. La industria pasa a ganar por proveer estos insumos y al procesar la materia prima, agregando valor y colocándola en el mercado. Todos los riesgos del proceso de producción los corre la familia campesina y las principales posibilidades de lucro quedan en manos de las empresas. En Brasil existen innumerables industrias de las más diversas cadenas productivas operando con esta lógica, entre las que podemos nombrar las del tabaco, el arroz, la leche, los pollos, los cerdos, y otras.

Este proyecto fue introducido en el Brasil en las últimas décadas y reproduce el sistema de agricultura familiar/empresarial de Europa.

La propuesta se centra en la especialización, el monocultivo o monoproducción, la tecnología externa, la integración a la industria, el uso de mano de obra familiar, abonos químicos y venenos, genera dependencia de la industria y ganancias para las multinacionales.

Al integrarse a la industria las familias campesinas  pasan a ser una especie de “funcionarios” de estas industrias, pero atenidos a sus propios medios de producción, corriendo todos los riesgos y sin derecho a seguros agrícolas, a mes de indemnización, a vacaciones. Es un sistema que permite un vasto nivel de explotación de las familias campesinas por parte de las empresas, porque externaliza los costos.

Es una propuesta de agricultura industrial, donde la mayoría de los insumos son producidos en la fábrica, fuera de la naturaleza.

Este proyecto recibió amplio apoyo de los últimos gobiernos de Brasil. Fue creado todo un sistema que abarca investigación, educación, asistencia técnica, política de créditos y una campaña de desvalorización de la lógica campesina de producir. Esto se percibe en las fiestas, la música y otras formas de expresión de la cultura “de masas”. Las escuelas preparan a la juventud campesina para las ciudades, trayendo debates sin relación con la realidad, separando a la juventud de su realidad. El sistema de crédito exige las facturas de compra de las semillas híbridas y del fertilizante químico, y obliga a la familia campesina a que busque apoyo en el Estado para sumarse a esta lógica. La Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuária (Embrapa) tiene contratos con Monsanto para investigar sobre semillas de soya transgénica y no ha recibido recursos públicos para estudiar las semillas locales y otras tecnologías campesinas.

De seguir ese camino, el Estado brasileño terminará permitiendo que el conocimiento milenario campesino sea apropiado por las empresas de biotecnología que hacen modificación genética y que obtienen patentes sobre aquello que el campesinado viene conservando que hace millones de años.

Hay ahora una propuesta de reforma agraria privada, con especialización e integración a la industria, que se aplica mediante inversiones de la transnacional Brasil Ecodiesel, que llevó a miles de familias al monocultivo de ricino  para producir biodiesel. Según Maria José da Costa, militante del Movimiento de Pequeños Agricultores de Piauí, la empresa instaló asentamientos donde en 90% de las tierras se plantó ricino, con uso intensivo de máquinas y fertilizantes químicos. Eso provocó una caída rápida y drástica en la producción, lo que inviabilizó el asentamiento. La empresa se retiró, dejando a las familias con sus casas en medio de un terreno árido. Quedó en manos del Estado brasileño resolver la deuda social resultante.

También está el avance del monocultivo de caña de azúcar para producir etanol y el monocultivo de eucalipto y pino. El zoneamiento agroecológico de la caña de azúcar organizado por el gobierno brasileño en 2009 prevé un aumento de 100% de las plantaciones de caña de azúcar en el territorio brasileño.

El proyecto de agricultura familiar prevé que permanecerán unas  700 mil familias en el campo brasileño, según José Grasiano da Silva. El problema es que tenemos unos 8 millones de familias en el campo. ¿A dónde irán estas familias?

Los proyectos que tienen esta concepción de la agricultura son ampliamente financiados por el Banco Nacional de Desarrollo social (BNDES), tal como explica su sitio en internet:

El BNDES ofrece líneas de crédito permanentes, programas con finalidades más específicas, operaciones en fondos de inversión y otros mecanismos de apoyo. Son, por tanto, muchas las opciones para que su empresa tenga plenas condiciones de realizar grandes proyectos en pro del desarrollo.

Además de ser dinamizador de la expansión productiva, el agronegocio desempeña otro papel de extrema importancia para la economía brasileña: es el principal generador de saldos comerciales para el país. Por eso, el BNDES ofrece mecanismos de apoyo a la agricultura y a la ganadería. Algunos proyectos financiables dentro del agronegocio son la bovinocultura de corte, formación o mejoramiento de praderas, gastos y tratamientos de los cultivos hasta la primera cosecha, entre otros.

El fin del fin del campesinado. En po-cas palabras, esta tesis dice que el campesinado siempre existió y siempre va a existir. Para Guzmán y Molina, el campesinado encuentra formas de cooperación y crea un espacio propio dentro del capitalismo y por eso resiste. Carvalho nos hace comprender que la permanencia del campesinado le interesa incluso al capital:

El paradigma del fin del fin del campesinado tiene una lectura más amplia que la anterior. Entiende que la destrucción del campesinado mediante su diferenciación no determina su fin. Es un hecho que el capital, al apropiarse de la riqueza producida por el trabajo familiar campesino, por medio de la renta capitalizada de la tierra, genera una diferenciación y una destrucción del campesinado. Pero, igualmente es un hecho que al capital le interesa la continuación de este proceso para su propio desarrollo.

Esta tesis sirve de base a una propuesta de desarrollo y afirmación del campesinado. Las principales características de esta propuesta son: la producción diversificada de alimentos para el pueblo en pequeñas propiedades, con base en la agroecología, utilizando semillas campesinas, abonos verdes y orgánicos, protecciones naturales, máquinas adaptadas a la pequeña propiedad, lo que genera menor costo de producción, usa mano de obra familiar, genera autonomía y vida digna para las familias campesinas.

A través de esta  propuesta, la propiedad campesina es vista como un sistema complejo e interconectado. El Movimiento de Pequeños Agricultores de Brasil (MPA) definió así los sistemas campesinos de producción en 2007:

Los sistemas campesinos de producción son sistemas de producción altamente diversificados, que tienen como base social las familias de las comunidades campesinas que integran la producción animal y vegetal (agrícola y forestal), que priorizan la producción para el autoconsumo y para el mercado local, que preservan los recursos ambientales estratégicos como el agua y la biodiversidad, combinan cultivos anuales con cultivos perennes, utilizan al máximo los insumos de origen local, utilizan los subproductos de una producción para otra y mediante la diversificación buscan la sustentabilidad general del sistema, buscan la autonomía genética y tecnológica e integran nuevos conocimientos y nuevas técnicas al conocimiento ya existente, sin dejar que ello desintegre el sistema.

Para Görgen (2004), “la agricultura campesina se caracteriza por la diversificación en la producción. No es monocultivo. Combina la producción animal con la producción vegetal y hace agricultura y crianza de animales todo el año.”

Dado el nivel de diversificación y el aprovechamiento de subproductos de una producción para otra, podemos afirmar que son propiedades familiares con perspectiva agroecológica o en transición hacia la agroecología.

Muchas veces las cooperativas son instrumentos para materializar  una concepción de agricultura. Si son seguidoras de la lógica de la agricultura familiar y aceptan la tesis de la metamorfosis campesina, llevan a las familias campesinas a especializarse en una línea de producción  y a hacerse más dependientes de insumos externos; es decir, a traer energía de afuera. En este caso, la cooperativa pasa a ser la proveedora de estos insumos.

Según un estudio de 2009, “estas cooperativas deben poner su mayor interés en desarrollar sistemas campesinos de producción, en la lógica de producción diversificada de alimentos con respeto a la naturaleza, pudiendo combinarse con la producción de energía”. Con esta mirada, someto a discusión el concepto de organización campesina y sus consecuencias para el balance energético del sistema campesino de producir. Si las cooperativas organizan “agroindustrias” que absorben sólo una materia prima, éstas estimulan la especialización de las familias de una región y producirán esta materia prima que tiene mercado. Esto lleva al monocultivo o monoproducción. Si, por el contrario, hubiese “agroindustrias” que utilizaran diversas materia primas, llevaría a las familias campesinas a diversificarse, pues habrá mercado para diversas materia primas. Es la necesidad de estructurar una red de “agroindustrias” capaces de transformar un amplio rango de materias primas y colocar una canasta de productos en el mercado. Esto llevará a las familias de las pequeñas propiedades a diversificar la producción al tener en mente esta posibilidad de mercado, recuperando la lógica de producción campesina y disminuyendo la entrada de energía externa al sistema campesino de producción. l

Territorio campesino según el MPA (2007)

El territorio campesino es un espacio de vida, producción, disputa de poder y construcción de poder popular. Es donde hacemos el enfrentamiento directo con los agronegocios.

El territorio es estratégico, concreto, nos da gobernabilidad social y política, unifica nuestra base social. Allí comemos, allí vivimos, allí estudian nuestros hijos.

Es el espacio de afirmación política, cultural y productiva del campesinado.

El territorio campesino no se confunde con la comuna, con la comunidad, ni con los territorios administrativos de los gobiernos.

Es la expresión de la presencia de la clase campesina y de la forma de vida y producción campesina en las más variadas regiones del país.

Lo que mantiene a la familia campesina ligada a una determinada comunidad no es simplemente una cuestión económica. Diversos lazos lo vinculan a una comunidad, a un movimiento, a un grupo social, en fin, a un territorio.

Bibliografía

Carvalho, Horácio Martins de., O Campesinato no Século XXI Possibilidades e Condicionantes para o seu desenvolvimento no Brasil. Editora Vozes, 2005.

Dupas, Gilberto, O Mito do Progresso, Editora da UNESP, 2006.

Dupas, Gilberto, Artigo: “O mundo começou e acabará sem o Homem”. Folha de São Paulo, 30 de janeiro de 2007.

Görgen, Frei Sérgio Antônio. Os novos desafios da agricultura camponesa, 2004.

Guzmán, Eduardo, S., Molina, Manuel, G. Sobre a evolução do conceito de campesinato. Expressão Popular, 3ª ed. São Paulo, 2005.

MPA, Plano camponês. Construindo o Novo Caminho da Roça, 2007

MPA-PR. Cartilha Caminhos da Afirmação Camponesa, Tecnologias e Conhecimentos Populares, 2009

Pimentel, David y Pimentel Marcia, “El uso de La energia em La agricultura uma visão general”, LEISA revista de agricultura, 2005.

Silva, Valter Israel da. Caminhos da Afirmação Camponesa Elementos para um plano camponês, Instituto Cultural Padre Josimo, 2009

Author: Valter Israel da Silva